La Casita de Martí

La casa natal del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, es una de las residencias del prócer que aún existen, de ahí su relevancia para el acercamiento de las nuevas generaciones a esta figura excepcional.
 
Así lo valoró Ramón Guerra, museólogo de esa edificación ubicada en La Habana Vieja, quien en diálogo con Prensa Latina afirmó que el Apóstol de la independencia vivió poniendo siempre a la isla y su libertad de la metrópoli española como lo primero y más importante, sin importar las circunstancias personales.

“Martí era un hombre económicamente pobre, pero en lo que a talento se refiere tenía una riqueza incomparable, fruto del deseo de sus padres de que fuera una persona con estudios”, manifestó Guerra.

PRIMEROS PASOS

Don Mariano Martí y doña Leonor Pérez se casaron en 1852, y al año siguiente nació José Julián Martí Pérez; era una familia muy humilde que vivía en los dos cuartos superiores de lo que actualmente se conoce como Museo Casa Natal, relató el especialista.

“En la casa también vivía el matrimonio constituido por la hermana de doña Leonor y el primo de don Mariano, junto con los hijos de la unión. Estas circunstancias crearon un ambiente muy hermoso para el desenvolvimiento de Martí, junto a sus primos y posteriormente sus hermanas”, comentó.

A medida que la familia crecía y en dependencia de los trabajos del padre como celador de barrio, debieron mudarse a varios lugares en La Habana, principalmente en los actuales municipios de Habana Vieja y Centro Habana; de estas casas la única que se conserva es la que cumple función de museo en la calle de Paula.

“Martí aprendió a leer y a escribir en colegios de barrio, luego cursó su sexto grado en una escuela en la calle Reina. La única foto que existe del héroe cuando era niño fue tomada en este colegio”, apuntó Guerra.

Al culminar el sexto grado, su madre logró que entrara en la escuela de Rafael María de Mendive, quien vio tanto potencial y talento en Martí que le pagó sus estudios de segunda enseñanza, a pesar de los deseos del padre de que el joven apoyara en la economía familiar.

MADURACIÓN POLÍTICA

Con el inicio de la guerra en 1868, se caldearon los ánimos en la capital. Para entonces Martí apoyaba a los laborantes, nombre dado a los conspiradores contra el régimen colonial español, con quienes estuvo en contacto pues pertenecían al ambiente en que se desenvolvía Mendive, el mentor.

“De él aprendió que Cuba es la Patria y no la colonia de España, una idea que lo iba a impulsar durante toda su vida. Con apenas 15 años Martí hizo circular entre sus compañeros en el colegio de segunda enseñanza el poema 10 de octubre”, expresó el museólogo.

Sus fuertes ideas independentistas lo llevaron a ser condenado a seis años de cárcel y trabajos forzados en las canteras de San Lázaro. Debido a los esfuerzos de los padres solo cumplió uno, fue enviado a la entonces Isla de Pinos y luego desterrado a España, donde logró terminar los estudios.

Guerra contó que durante su tiempo allí tampoco se desvinculó de la política, y mientras transcurrió el golpe de Estado al rey y el posterior surgimiento de la primera república española, escribió el manuscrito La república española frente a la revolución cubana.

“Martí todavía no era líder, pero desde ya mostraba todo su talento, aún no escribía en los grandes periódicos. Su salud tampoco era la mejor entre el clima de España y las heridas del presidio, hay días en que ni siquiera se podía levantar de la cama, además, su situación como exiliado político sin acceso a muchos recursos también le frenaba”, narró el estudioso.

“Luego vino el tiempo de Martí en América Latina, aquí desarrolló su periodismo. Estuvo en países como Venezuela y Guatemala, donde dejó su impronta como escritor, pero al no ser de la raza vendible y oponerse a los deseos de los gobernantes, tuvo que abandonar”, relató.

HISTORIA DE LA CASA DESPUÉS DE LA MUERTE DE MARTÍ

El empeño del Héroe Nacional por ver libre a la nación caribeña lo llevó a fundar el Partido Revolucionario Cubano, organizar la llamada Guerra Necesaria y morir en combate en los campos de Cuba el 19 de mayo de 1895.

Tras ese suceso y ya con la intervención militar norteamericana (1899-1901), los emigrados cubanos decidieron venir a la isla a colocar una tarja en la casa natal de Martí, para lo cual recaudaron dinero.

«El 28 de enero de 1899 colocaron la tarja en la fachada y con ellos estuvo doña Leonor Pérez”, contó Guerra.

«Un año después los emigrados volvieron a reunir dinero, esta vez para comprar la casa y decidieron darle las llaves a doña Leonor para que la habitara. Según el acuerdo, cuando ella muriese la casa pasaría a un grupo que pretendía utilizarla como un espacio para rendirle homenaje a Martí, preferentemente un museo», explicó.

Sin embargo, la madre se vio en la necesidad de rentar la casa para lograr el sustento, hasta el fallecimiento en 1921, fecha para la cual la asociación encargada del manejo del inmueble estaba disuelta y, por tanto, los nuevos inquilinos continuaron habitándola sin pagar.

La familia conocía la historia que acompañaba la casa, pero nunca fue su deseo lucrar a costa de ella, según las declaraciones que ofrecieron en una entrevista, en 1921. “No, nosotros no nos cogimos la casa, dejaron de cobrarla y bueno, simplemente vivíamos aquí”, dijeron entonces.

«El inmueble sufrió transformaciones con los años, debido al avanzado estado de deterioro, como por ejemplo en la fachada o las subdivisiones construidas en el interior, desde la muerte de Leonor no existen fotografías del lugar», apuntó el especialista.

Estos elementos complejizaron el rescate del valor histórico del inmueble, que ocurrió en 1921, cuando el periodista y masón Arturo R. de Carricarte consiguió la propiedad de la casa, tras tres años de trabajo.

Gracias a su influencia consiguió encontrar los papeles del acuerdo de la Asociación, que dictaban: “Destinar la casa como un lugar para rendir homenaje a José Martí”.

«Si bien el gobierno de turno apoyó la decisión de Carricarte, lo hizo solo de forma simbólica, por lo que el presupuesto para la recuperación de la apariencia original del inmueble salió del bolsillo del propio periodista y de diversas recaudaciones de fondos que se llevaron a cabo», amplió Guerra.

Las obras comenzaron en 1921, cuando se logró gracias a las fotografías existentes, restaurar la fachada. El interior permaneció con la estructura modificada, pero en sentido general la casa se conservó bastante parecida a su estado original. El museo fue inaugurado en 1925.

LA CASA DE MARTÍ COMO MUSEO

«El museo abrió con una colección modesta. En la planta baja existía una colección dedicada principalmente al movimiento de lucha cubano y en las dos habitaciones de los altos se exhibían los pocos objetos que tenían de Martí», precisó el museólogo.

Carricarte permaneció como director de la institución hasta su retiro en 1948, mismo año en que falleció. Posteriormente comenzó a ser dirigido por el Archivo Nacional, que era el encargado del presupuesto.

Se mantuvo el auge y apoyo, e incluso existe la leyenda de que el líder estudiantil y comunista Julio Antonio Mella, y los estudiantes de su época, estuvieron muy unidos al proceso y colaboraron en el montaje y reconstrucción de la casa.

«En 1953, con motivo del centenario del natalicio de José Martí y durante el gobierno de Fulgencio Batista (1952-1958), la casa volvió a ser reconstruida debido a su mal estado», comentó Guerra.

Más tarde, ya luego del triunfo de la Revolución, fue necesaria una restauración capital del inmueble, pues la explosión del vapor La Coubre (4 de marzo de 1960) dañó la estructura de la casa y creó grietas.

«Actualmente, la Casa Natal posee la mayor colección de objetos sobre Martí, donados por familiares y amigos del Héroe Nacional», significó el especialista.