Premio Nobel de Química

Aunque las barreras del bloqueo son un problema, los jóvenes científicos cubanos son geniales y eso, junto a los lazos de amistad y profesionales, me motiva a estar aquí, comentó hoy, en esta capital, en exclusiva para la Agencia Cubana de Noticias, el doctor Peter Agre, Premio Nobel de Química en 2003.

El destacado médico, biólogo molecular e investigador estadounidense sostuvo un encuentro en el Anfiteatro de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana con alrededor de un centenar de profesores, investigadores y estudiantes, en el cual compartió con los presentes sus experiencias de vida.

Ante un auditorio lleno, Agre disertó sobre sus experimentos y respondió preguntas de los asistentes con relación a su campo del saber.

Destacó que parte del trabajo de los especialistas de mayor recorrido consiste en hacer posible que los jóvenes desarrollen todo su potencial y contribuyan con nuevos aportes al avance científico.

El también profesor universitario expresó su satisfacción de intercambiar con los estudiantes, de conocer sus realidades y animarlos a continuar su empeño en los laboratorios existentes pese a las dificultades y carencias.

Agre viajó a Cuba como parte de una delegación de su país que asistió al taller "El futuro de la cooperación científica entre Estados Unidos y Cuba", que auspiciado por la Academia de Ciencias de Cuba y la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia tuvo lugar entre los días 20 y 21 de marzo.

 

Peter Agre (Northfield, Minnesota, 1949) ha centrado sus estudios en definir las características de la membrana celular, a través de los cuales descubrió las acuaporinas, proteínas integrales que permiten el tránsito selectivo del agua a través de estas estructuras.

Merecedor del alto reconocimiento, junto a su compatriota doctor Roderick Mac Kinnon, la investigación permitió un mejor entendimiento del funcionamiento celular.

Estos conocimiento son útiles en la comprensión de un espectro de enfermedades entre las que se incluyen las renales, cardíacas, musculares y neurológicas e ilustran la relevancia de la bioquímica para explicar la complejidad de los procesos vitales.

Aunque las barreras del bloqueo son un problema, los jóvenes científicos cubanos son geniales y eso, junto a los lazos de amistad y profesionales, me motiva a estar aquí, comentó hoy, en esta capital, en exclusiva para la Agencia Cubana de Noticias, el doctor Peter Agre, Premio Nobel de Química en 2003.

El destacado médico, biólogo molecular e investigador estadounidense sostuvo un encuentro en el Anfiteatro de la Facultad de Química de la Universidad de La Habana con alrededor de un centenar de profesores, investigadores y estudiantes, en el cual compartió con los presentes sus experiencias de vida.

Ante un auditorio lleno, Agre disertó sobre sus experimentos y respondió preguntas de los asistentes con relación a su campo del saber.

Destacó que parte del trabajo de los especialistas de mayor recorrido consiste en hacer posible que los jóvenes desarrollen todo su potencial y contribuyan con nuevos aportes al avance científico.

El también profesor universitario expresó su satisfacción de intercambiar con los estudiantes, de conocer sus realidades y animarlos a continuar su empeño en los laboratorios existentes pese a las dificultades y carencias.

 Agre viajó a Cuba como parte de una delegación de su país que asistió al taller "El futuro de la cooperación científica entre Estados Unidos y Cuba", que auspiciado por la Academia de Ciencias de Cuba y la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia tuvo lugar entre los días 20 y 21 de marzo.

Peter Agre (Northfield, Minnesota, 1949) ha centrado sus estudios en definir las características de la membrana celular, a través de los cuales descubrió las acuaporinas, proteínas integrales que permiten el tránsito selectivo del agua a través de estas estructuras.
Merecedor del alto reconocimiento, junto a su compatriota doctor Roderick Mac Kinnon, la investigación permitió un mejor entendimiento del funcionamiento celular.

Estos conocimiento son útiles en la comprensión de un espectro de enfermedades entre las que se incluyen las renales, cardíacas, musculares y neurológicas e ilustran la relevancia de la bioquímica para explicar la complejidad de los procesos vitales.