Sí habrán veterinarios por cuenta propia, siempre que sea para animales afectivos y de compañía. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

“¿Cómo implementar en toda su magnitud la política de bienestar animal si se niega a una parte importante de los actores que pueden contribuir a su aplicación?

No debe ser el Estado quien únicamente cargue socialmente sobre sus hombros, tamaña responsabilidad social.

¿Por qué prohibir ahora el ejercicio del oficio de veterinario por cuenta propia, cuando desde hace décadas existe en nuestro país y ha sido el alivio de montones de animales y de sus dueños que sufren por ellos? 

Por favor, no eliminen esta actividad por cuenta propia TAN NECESARIA. Regúlenla, eso sí: inspecciones, licencia, impuestos...”.

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A finales de enero, la Gaceta Oficial publicó el Decreto 20, “Contravenciones de la Medicina Veterinaria”, que prohíbe ejercer esa profesión en el sector no estatal. Pero el pasado martes 9 de febrero el vice primer ministro y titular de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, informó en la Mesa Redonda, que habría una excepción. Sí se autorizaba el trabajo de veterinarios por cuenta propia, siempre que sea para animales afectivos y de compañía. 

A esa hora, una mujer envolvía en el pulóver de su hijo a su perrito deshidratado y caminaba por la calle en busca de un veterinario. La única clínica que encontró abierta era privada, pero no tenía suero. El resto estaban cerradas.

Esa misma mañana, María Elda acudió a la clínica estatal cerca de casa porque uno de sus perros le lastimó al otro la patica. La noche anterior le dolía mucho, pero el veterinario de al lado no tenía Duralgina y “no tiene muy buen trato que digamos”. A unos metros, Susana jugaba con su husky. No es su primera mascota. Hace años, su gato murió en una operación. No había anestesia, ella la “resolvió” por su cuenta y le administraron mal la dosis.

Los comentarios antes y luego de la autorización de la actividad no pararon: “Los veterinarios particulares ayudan a los dueños porque las estatales no dan abasto y no tienen disponibilidad las 24 horas ni existen en todos los municipios. No siempre hay los medicamentos ni las condiciones necesarias”.

Durante años se ha ejercido en el país un trabajo veterinario subterráneo, y muchos profesionales ofrecen un servicio asistencial con una licencia de otro tipo o sin ninguna de ellas. Algunos se acogieron a la modalidad de peluquería y estética animal u otra licencia afín.

Pero al publicarse el documento en la Gaceta Oficial y darle notoriedad al carácter ilegal del servicio, el tema se puso sobre la mesa. Según explicó el presidente de la Sociedad de Clínica y Cirugía Veterinaria de La Habana desde 2004, Fernando Gispert Muñoz, “muchos protectores y profesionales advirtieron sobre la brecha sanitaria que el Estado no ha podido resolver éticamente: el servicio mejorado de los animales debido a la falta de insumos de las clínicas públicas −algo común en muchos países subdesarrollados− y el aumento de los animales abandonados con el consecuente sacrificio por Zoonosis”.

El doctor en Medicina Veterinaria señala que “es decepcionante para un profesional que respete las leyes, que te traigan un animal herido grave y tener que decir al propietario: ´No es legal atenderte a tu animal, no puedo hacer nada porque me puedo meter en problemas legales, no tengo medicamentos, ni insumos, ni instrumentales, porque no puedo ejercer mi profesión de forma privada´”.

Para Carlos*, veterinario de profesión, esto ha significado atender durante mucho tiempo a las mascotas de sus vecinos en el portalito de su casa. Aunque realiza otros trabajos, heredó de su familia los clientes y no puede impedir que estos lo llamen a la una o dos de la mañana ante cualquier urgencia.

Tampoco existe en La Habana otra clínica estatal que trabaje 24 horas, excepto la de Carlos III. Sus padres ejercieron como veterinarios en Cuba durante muchos años y ahora viven en España. Desde aquí todavía los contactan por Messenger y WhatsApp para que les digan qué hacer con un animalito enfermo.

El veterinario de 35 años, que asegura nunca haber sido sancionado o cuestionado por ejercer la actividad, dice que él se ha encontrado de todo. “El que no sabe nada y también la persona que todos saben que no es veterinario y que es bueno. Los curanderos han existido de toda la vida en todos los lugares. Eso no lo va a quitar nadie”.

Para él, se trata más de confianza y no de un título. “No obstante –aclara–, yo creo que no existe mucha gente que trabaje de veterinario que no lo sea. La veterinaria es difícil y tratar con el público no es fácil. Pero en el mundo existen regulaciones donde cada cual sabe lo que tiene que hacer. Evidentemente, el Gobierno está en la obligación de regular, exigir la certificación y la gente que decida si elige al profesional o no”.

¿Animales afectivos? Una definición… por definir

Debemos trabajar el concepto, porque hasta el día de hoy en Cuba el término se centra en perros y gatos, dejando fuera a otros animales. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

 

T*: Yo conozco un veterinario que está en las mejores disposiciones, es una persona espectacular, y no cobra ni la mitad, fíjate lo que te voy a decir, ni la mitad de lo que cobran todos ellos por ahí, y él no lo puede ejercer casi en su casa por este mismo tema, por el temor a que le quiten su título.

A*: Y si te quitan el título no eres una persona hoy en día.

T: Por eso es que yo más nunca, más nunca hice nada, atiendo a los míos. No sé, el vecino que le puedo decir ‘ah, sí, tiene esto, ah, sí, bueno, ponle esto y esto’, no sé, consíguelos y vamos a ver. Y es una lástima, porque hay tantos veterinarios y tantos técnicos veterinarios que quieren ejercerla, ¿y cómo?

Con el ingenio que caracteriza a los cubanos, un usuario de Cubadebate alerta que “pronto veremos a alguien con un puerquito o un caballo de la mano por el medio de La Habana como su mascota”. Otro manifiesta su preocupación: “Entonces, los perros y gatos pueden ser tratados por un veterinario privado, pues son animales afectivos. ¿Y los cerdos, equinos y ganado, qué hacemos con ellos? ¿Cómo vamos a cargar con uno de estos animales para una clínica estatal?”.

Mucho se ha hablado en las redes sobre que será considerado un animal afectivo. Sobre el tema, Yobani Gutiérrez Ravelo, director general del Centro Nacional de Sanidad Animal, dijo a Cubadebate que todavía se está evaluando el alcance que puede tener el término. 

“Debemos trabajar el concepto, porque hasta el día de hoy en Cuba el término se centra en perros y gatos, dejando fuera a otros animales. La situación se complejiza en las zonas rurales donde, por ejemplo, algunos consideran a su caballo como su animal afectivo, aunque también lo empleen para labores de trabajo”, puntualizó.

Con este y otros objetivos, en el Centro Nacional de Sanidad Animal se ha creado un grupo de trabajo para revisar y desarrollar todo un programa de recuperación para clínicas y consultorios.

“Te van a dar una licencia, perfecto, te pongo y te hago una prueba de sanidad, tienes el local con las condiciones, perfecto, tienes un baño, perfecto”. Más, para Ana*, incluso accediendo a una licencia, la situación será complicada: “¿Cómo operar? No tienes medicamentos, implementos, utensilios, nada, porque es que el país actualmente no los tiene”.

Según informó Gutiérrez Ravelo, se encuentran trabajando “en los procedimientos que es necesario actualizar, aplicables para el sector estatal y los trabajadores por cuenta propia, tanto en vigilancia contra las enfermedades, diagnósticos, vacunaciones, como en todo el tema de las enfermedades zoonóticas y la importación o exportación de medicamentos”.

Medicamentos, el talón de Aquiles

Como parte del perfeccionamiento del sistema de Sanidad Animal está contemplada de forma gradual la creación de las farmacias veterinarias. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

 

A: Te puedo decir la lista de las cosas: un Ringer (solución inyectable para la rehidratación): 120 o 300 pesos.

T: Un metronidazol, la persona sale por ahí pa´ allá y viene y dice que le costó 100 pesos.

A: Un Rosefín, en seis dólares, y eso era antes de la subida de precios. Una pentavalente a 30 dólares.

Moviéndose en el vacío, durante años los veterinarios que ejercen por cuenta propia han conseguido los medicamentos de distintos modos. Carlos los recibe de su familia desde Europa. Adrián* viaja y los importa de México o Panamá. Otros solo pueden trabajar si los mismos clientes traen lo necesario, que no pocas veces acaba apareciendo en páginas de compra y venta en internet o de favor y no tan favor a través de algún trabajador de la salud.

“Contamos con todo tipo de productos para el tratamiento de su mascota ante cualquier patología. Tenemos contra las garrapatas y las pulgas, tabletas antiparasitarias y vacunas. Consúltenos, podemos ayudarlos en el cuidado de su mascota”, decía uno de esos anuncios publicado el primero de febrero.

“Eso hace muy difícil el trabajo –dice Carlos–. Para que existan veterinarios particulares tienen que existir lugares donde vendan los mismos medicamentos que usa el Estado. Asimismo, se deberían garantizar todos los medios o crear las condiciones para acceder a ellos. No hay rayos X. No hay ultrasonidos. No hay un laboratorio que valga la pena para detectar enfermedades complicadas, como la de la garrapata”.

Al respecto, Manuel Peláez Reyes, jefe del departamento de Epizootiología de la Dirección Nacional de Sanidad Animal, informó que “aunque todavía es pronto para decirlo, pudiera estudiarse como una opción que firmas extranjeras tengan una consignación de medicamentos dentro del país”.

El propósito es tener la garantía de todo lo que se administre. “Lo que no tiene seguridad es que una persona traiga del extranjero una maleta cargada con medicamentos, sin saber dónde los compran o quién es el fabricante. Importar medicamentos hoy de forma personal es una ilegalidad. Si te cogen en la Aduana los puedes perder y enfrentarte a una multa. Buscamos variantes para que las personas puedan importar, pero de forma segura”.

En el país existe un registro nacional de medicamentos con todos los productos autorizados “por su eficacia, productor y otros datos técnicos y a finales de marzo debe entrar en vigor un reglamento de medicina veterinaria que fija las normas y parte de los procedimientos de cómo se deben de realizar las importaciones”, sostuvo el directivo.

Pero esta consignación –advierte– no puede ser la única solución para una parte de la población que no tiene MLC. Es necesaria una opción en el país de productos cubanos asequibles y nacionales. Es por ello que, como parte del perfeccionamiento del sistema de sanidad animal, está contemplada de forma gradual la creación de las farmacias veterinarias. “Existen algunas en el país, pero son muy pocas. A medida que se vaya aumentando la producción de medicamentos, irán aumentando en número”, precisa.

En dichos establecimientos habrá productos para comprar de forma liberada. Del cuadro básico de medicamentos para la atención a animales, conformado por más de 300 productos, algunos podrán ser adquiridos bajo prescripción de los veterinarios y otro grupo solo podrá ser utilizado por personal capacitado.

Catalogadas por el grado de complejidad, en el país existen, “prácticamente en todos los municipios”. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

 

Mientras, en las clínicas estatales la ausencia de medicamentos se hace sentir. Frank Villate, veterinario de la clínica del Casino Deportivo, en Vento, aseguró que lleva meses sin recibirlos. Flora*, de la clínica de Marianao radicada en 55A entre 92 y 92A, nos dijo por teléfono hace una semana que ese día cerraba temprano para ir a buscar productos enviados por LABIOFAM. “El problema está –apuntó– en que ellos no tienen a veces y en ocasiones son para animales mayores, no para menores”. Laura*, doctora en 60A y 29, dijo que en estos momentos no tienen muchos. “Ahora vienen menos”, agregó.

Hasta los primeros años 2000 – recuerda Peláez Reyes-, la industria farmacéutica llegó a suplir el 98% de todos los medicamentos que demandaba la asistencia veterinaria en el sector productivo. “Constituye una realidad que se habían quedado atrás los animales afectivos, aunque tampoco había la demanda que existe hoy”, apunta.

Según el directivo, “de los 300 medicamentos que integran el cuadro básico, la industria farmacéutica cubana LABIOFAM cubre el 60% de la demanda del país, entre ellos una serie de antiparasitarios que no cubren toda la demanda por los problemas productivos, un nivel de antibióticos, vitaminas, nutrientes y vacunas”.

De igual modo, el veterinario añadió que la industria farmacéutica desarrolla  “más de 36 programas para la obtención de medicamentos y otros productos a partir de fuentes naturales, sobre todo dirigidos a los animales de compañía: champú, antiparasitarios, productos de estética y belleza”.

Pero durante el último año aumentaron las afectaciones en la disponibilidad de medicamentos, acrecentadas debido a una escasez global por la decisión de algunas naciones de limitar exportaciones de varias medicinas en medio de la pandemia, y el recrudecimiento del bloqueo impuesto por Estados Unidos hacia Cuba.

Según Peláez Reyes, debido a las sanciones y restricciones del bloqueo, Cuba no tiene, por ejemplo, los 10 millones de vacunas necesarias para luchar contra el cólera porcino. Uno de los componentes para desarrollarla se compraba a un tercero que cedió al bloqueo e impidió adquirirlo. Como consecuencia, el año pasado, de 1.2 millones, solo se alcanzaron las 800 000 llegado diciembre.

Asimismo, la empresa alemana Bayer, acreditada en Cuba, fue comprada por una compañía estadounidense y retiró oficialmente todos sus productos registrados en la isla.

Son sanciones que, de una forma u otra, y mientras algunos niegan o se retiran, dejan sufrimiento y muertes, también entre los animales. “Trabajamos –señaló Villate– con lo que los clientes nos ayudan o donan. El país no tiene condiciones para mantener un servicio estable”.

Cuba está desarrollando métodos de diagnóstico para alcanzar la soberanía en este ámbito.

Muchos veterinarios saben –afirmó Peláez Reyes– que muchos diagnósticos son importados. Por el bloqueo, llega un momento en que no podemos seguir adquiriendo. “Por ejemplo, ya está registrada y va a comenzar a funcionar una tira reactiva desarrollada por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología para el diagnóstico de peste porcina clásica, una de las enfermedades más complejas en la producción porcina”, añadió.

Asimismo, el jefe del Departamento de Epizootiología de la Dirección Nacional de Sanidad Animal dijo que se está trabajando en otra que permita determinar varios tipos de anticuerpos al utilizar la vacuna Gavac.

De los 300 medicamentos que integran el cuadro básico la industria farmacéutica cubana LABIOFAM cubre el 60% de la demanda del país. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

 

“La medicina veterinaria –explica Peláez Reyes–, después de la humana, debe ser de las profesiones más caras. Requiere de muchos recursos y el profesional que quiere hacer algo se ve maniatado cuando llega un caso y no lo puede resolver. Es triste y doloroso. Imagina que llega un niño a un médico y este no tiene con qué tratarlo. A nosotros nos pasa esto con más frecuencia que al médico”.

Villate, parado en la puerta de su consultorio, con careta para protegerse de la COVID-19 y con un chiguagua esperando para ser atendido lo resume así: “Yo entiendo que a veces no hay ni para las personas. En otro país, donde el perro vale más que una persona, se muere esta y nadie hace nada por ella. Nunca será como la medicina humana, pero se necesita más”.

En ese más, y como médico veterinario también, Peláez Reyes dice que “en la vida todo tiene una segunda opción. Yo, que fui veterinario de campo, me pasaba el día con un fogón de leña encendido hirviendo hierbas para tratar a los animales, y con eso salvaba a muchos. No digo que esa sea la solución, pero uno nunca puede quedarse como médico a la expectativa de qué puede hacer. Siempre hay que buscar una variante que no puede ser la más sencilla de caer en una ilegalidad. Por supuesto, esto son acciones paliativas, la solución es lo que hablamos antes”.

Clínicas y consultorios estatales de “una profesión golpeada”

La clínica 13 de Marzo, en Santos Suárez, se encuentra actualmente en construcción. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

 

María Elda Soler tiene a su cargo cuatro perritos. De ellos, uno recogido de una protectora y otro de la calle. Es una amante nata de los animales. Siempre ha acudido a la clínica 13 de Marzo, en Santos Suárez. “Tania y Wilmer son muy buenos, llevan años aquí y tienen mucha experiencia. Él le da besos a los perros y todo”, comentó.

La clínica 13 de Marzo se encuentra actualmente en construcción y la doctora Tania dijo a Cubadebate que en esas condiciones no podía conversar. Elda Soler, una de las clientes que esperaba en la calle a ser atendida, dijo que un poco más cerca de su casa trabaja uno por cuenta propia, “pero él no tiene nada y tiene mal carácter. Si tú haces esto, tienes que ser bueno y complaciente”.

No obstante, otras vecinas dijeron que Adrián*, uno de los veterinarios entrevistados, es excelente y muy amable. “Tiene todo lo que hace falta, excepto en situaciones complicadas. Además, queda muy cerca. Yo no puedo caminar bien y me conviene. En la 13 de Marzo me atienden el perro a lo como quiera, no lo revisan bien”.

Susana Hernández, que espera para atender una infección que tiene su husky, viene a la 13 de Marzo desde hace tres años. “Una buena atención. Nunca he tenido problemas con los medicamentos y los precios están bastante bien. Pero hay gente a la que le afecta, porque está lejos”.

Catalogadas por el grado de complejidad, en el país existen “prácticamente en todos los municipios” consultorios que realizan pequeñas actividades desde el punto de vista asistencial, y clínicas que tienen las condiciones de bioseguridad necesarias para procedimientos quirúrgicos.

Otros servicios se cubren mediante el servicio ambulatorio, sobre todo en zonas rurales, donde a veces “no es muy factible tener una clínica”. No obstante, Peláez Reyes apuntó que para que un municipio diga que no es factible tener un consultorio o clínica, debe presentar un estudio y “si la población lo quiere, hay que hacerlo”. 

Pero la infraestructura en estos establecimientos no siempre es la mejor. Según la doctora de 60A y 29, en Playa, “las condiciones arquitectónicas están malas”. Flora*, en la clínica de Marianao, dijo que “las condiciones para los animales no son malas, pero para los trabajadores, sí”.

También señaló que “hay veces que nosotros no podemos resolver el problema y tenemos que mandar a los clientes a los particulares”, que, en ocasiones, apuntó, tampoco tienen las mejores condiciones, pues “atienden en garajes y espacios inapropiados”.

El jefe del Departamento de Epizootiología de Sanidad Animal dijo que existen insatisfacciones por el deterioro constructivo de las instalaciones, la escasez de medicamentos e instrumentales. Por ello, y a medida que ha aumentado la cultura sobre la atención de los animales afectivos, es necesario fortalecer las estructuras estatales, porque “aunque surjan otras alternativas, estas deben seguir siendo el eslabón primario en la atención de salud a los animales, sean de compañía o productivos”.

Es en ese camino, ya se creó un grupo de trabajo que ha diagnosticado y adecuado desde el punto de vista conceptual toda las demandas para comenzar un programa de recuperación que incluye mejoras constructivas, visualidad, condiciones higiénico-sanitarias, desarrollo y completamiento de equipamiento, así como adquisición de equipos para diagnóstico o cirugía.

“Muchos veterinarios tienen su clientela y nos les importa que los busquen a cualquier hora”. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

 

Entre las clínicas estatales sobresale por su capacidad la José Luis Callejas, comúnmente conocida como Carlos III. Estuvo cerrada hace poco durante un fin de semana por un caso de COVID-19 entre sus trabajadores. Como respuesta, en Centro Habana se habilitó un consultorio para prestar el servicio. 

Esta clínica debe convertirse en un centro de referencia, para que el resto de clínicas y consultorios de la capital, ante determinada patología, remitan sus casos hacia allá. “Debemos de lograr que disponga de los medios y recursos para satisfacer los cuidados que ameritan los animales que ahí sean atendidos”, añadió el funcionario de la Dirección Nacional de Sanidad Animal.

La de Carlos III es la única de su tipo en la capital que ofrece asistencia 24 horas, una de las preocupaciones de la población. Pero “en la montaña –dice Peláez Reyes–, donde no hay ni clínica ni trabajo 24 horas, lo que sí hay es un gran nivel de compenetración del veterinario con todos sus clientes. Y si a medianoche está pariendo una vaca, este va y la atiende”.

Es una forma que también se ve en La Habana, “muchos veterinarios tienen su clientela y nos les importa que los busquen a cualquier hora”. Algo que han logrado muchos veterinarios privados, como Carlos, a quien sus vecinos despiertan hasta en la madrugada. Nadie puede prever una urgencia.

Para Peláez Reyes “es una mentalidad que debe ir con el veterinario desde la universidad. Alguien que tiene que salvar, no un mecánico, para quien el carro puede esperar hasta el otro día. Una conciencia y concepto que se crea, ya sea por cuenta propia o estatal”.

En la clínica del Casino Deportivo, Villate trae otro problema a debate. “No hay un sistema creado donde el veterinario de animales afectivos pueda superarse”. Esto se une a una opinión latente entre los entrevistados de que “es una profesión abandonada”.

Para Peláez Reyes “el término abandono no es lo más correcto. Sin dejar de reconocer que es de las profesiones más golpeadas por el Periodo especial y el bloqueo, no se quitan las insuficiencias por las que se hace el proceso de perfeccionamiento”.

Como parte de este proceso, se incluye el tema de la superación. Antes, el Instituto de Medicina Veterinaria tenía su sistema de preparación de sus propios especialistas y encuentros para compartir experiencias. Pero al pasar al sistema empresarial entre 2015 y 2016, esto “un poco que se truncó”. Como parte del perfeccionamiento del sistema de sanidad animal, las clínicas y consultorios estatales que formaban parte del Instituto de Medicina Veterinaria pasaron a ser parte del sistema empresarial del Ministerio de la Agricultura.

Por eso se trabaja, como parte del perfeccionamiento del sistema de sanidad animal, la capacitación, formación y preparación del personal. Entre las oportunidades, “aunque no lo sea todo”, el directivo precisó que existen en todo el país maestrías de Sanidad Animal, de formación de laboratoristas y de Higiene de los Alimentos.

¿Dónde están las medidas sanitarias de lo que compro?

 

“¿Dónde están las medidas sanitarias de esto que yo estoy comprando? Esta carne de cerdo del agro, en la esquina de mi casa, ¿cuáles son las medidas sanitarias? A lo mejor tú le metiste un cargamento de antibióticos violentísimo, mataste al cerdo y yo me comí todo el antibiótico”.

Para Carlos, uno de los puntos positivos del decreto es que regula y ordena la medicina veterinaria, “no tanto al que atiende a animales como al que atiende granjas, el cerdo, pollo, carne de res. La comida que se vende en este país tiene que tener licencia sanitaria. Eso está en el decreto y hay que hacer que se respete”.

Los veterinarios en Cuba trabajan en servicio asistencial y no asistencial. Los primeros lo hacen directamente con los animales. Los segundos, a su vez, laboran en puertos, aeropuertos, aduanas, combinados cárnicos, empacadoras, oficinas estadísticas, vigilancia epizootiológica, laboratorios, centros de investigación, etc.

Según Peláez Reyes, cuando un animal llega a la comercialización un veterinario lo atiende y es el responsable de emitir el certificado sanitario para que pueda ir al sacrificio. Luego, en un mercado, el comerciante está en la obligación de presentar el certificado que avala a un animal no enfermo o libre de cualquier producto. En lo que se llama “periodo de retiro”, no se puede consumir la leche o la carne de un animal.

Para Carlos, en Cuba la gente que cría animales de forma pequeña no utiliza muchos antibióticos. “Los que lo hacen son quienes tienen grandes granjas”. Al respecto, el jefe del Departamento de Epizootiología de Sanidad Animal explicó que en el matadero, un veterinario participa en el acto de sacrificio para velar por el bienestar animal y el cumplimiento de las normas sanitarias. 

“No estoy absolutizando que esto funcione perfectamente, constantemente los sistemas detectan violaciones”. Cuando se detecta que un animal no fue certificado, se retira del comercio. Asimismo, existen acciones de monitoreo. Por ejemplo, sobre la leche y la carne. Cada cierto tiempo se le hace un muestreo para velar por su calidad sanitaria. 

 

Otro de los temas recurrentes en estos días entre la población es el de las campañas de vacunación que llevan a cabo protectores de animales y voluntarios. “Un veterinario es quien debe aplicar un medicamento. Hay animalistas que no son veterinarios”, advierte Peláez Reyes.

Los privados han realizado trabajos con animales abandonados y de personas de bajos recursos durante años. Pero “aunque estas personas quieran ayudar, debe ser una colaboración ordenada y donde participen todos. Esto no entra en controversia con la política. De hecho, hemos hecho cosas con la Oficina del Historiador”.

En el Centro Histórico, según Gispert Muñoz, se han realizado decenas de actividades comunitarias en función del bienestar animal. Desde 2008, se han efectuado 16 esterilizaciones masivas que beneficiaron a más de 20 000 animales y 28 desparasitaciones masivas que beneficiaron a más de 35 000.

Decía Paul McCartney que “puedes juzgar el verdadero carácter de un hombre por la forma en que trata a sus compañeros animales”. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Ser veterinario significa entender por qué sufre un animalito en pocos minutos. El trabajo veterinario, cuenta el presidente de la Sociedad de Clínica y Cirugía Veterinaria de La Habana, es gratificante, pero agotador, tanto física como mentalmente. “Hay que hacer un estudio analítico, en breve, de un ser vivo; determinar, entre 1 200 enfermedades, cuál padece, y tomar una decisión acertada. Hay que hacer un pronóstico y determinar un tratamiento”.

“Luego tienes que olvidar todo, abrir la mente y prepararte para otro animal enfermo que viene detrás”.

Entre todo eso quedan las definiciones y los talones de Aquiles de una profesión que salva animales y personas. Paul McCartney dijo una vez −y lo han dicho muchos a lo largo de la historia y en cualquier geografía− que “puedes juzgar el verdadero carácter de un hombre por la forma en que trata a sus compañeros animales”.

* Estos nombres han sido cambiados a petición de los entrevistados. 

Debemos trabajar el concepto, porque hasta el día de hoy en Cuba el término se centra en perros y gatos, dejando fuera a otros animales. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Durante años se ha ejercido en el país un trabajo veterinario subterráneo, y muchos profesionales ofrecen un servicio asistencial con una licencia de otro tipo o sin ninguna de ellas. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Perro

La medicina veterinaria –explica Peláez Reyes–, después de la humana, debe ser de las profesiones más caras. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

Perro

El Centro Nacional de Sanidad Animal ha creado un grupo de trabajo para revisar y desarrollar un programa de recuperación para clínicas y consultorios. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

caballos

"Yo que fui veterinario de campo me pasaba el día con un fogón de leña encendido hirviendo hierbas para tratar a los animales y con eso salvaba a muchos". Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

gato

Decía Paul McCartney que “puedes juzgar el verdadero carácter de un hombre por la forma en que trata a sus compañeros animales”. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.