Día Mundial del Arcoíris

Sentimientos, pensamientos y creencias muy añejas anidan bajo la hermosa invitación de la cantautora Liuba María Hevia: “Señor arcoíris vamos a pintar, los lindos colores de la felicidad”.

Ocurre que, desde hace mucho la humanidad, como tendencia, ha asociado al arcoíris con la esperanza, la belleza, el optimismo y los nuevos comienzos, sobre todo por aquello de que luego de una oscura tormenta puede nacerle al cielo ese magnífico arco de colores.

También por esas razones es que cada 3 de abril se celebra el Día Mundial del Arcoíris, para realzar ese fenómeno, uno de los más bellos de la naturaleza y así regalarnos si no su contemplación, al menos su evocación, que puede ser un buen regalo en estos tiempos sombríos que vive el mundo.

 


Pero sería injusto abundar en ese fenómeno óptico y meteorológico (fotometeoro) sin recordar también a Isaac Newton porque a él debemos la explicación de por qué se produce tal colorido acontecimiento.

Con sus experimentos, ese gran científico inglés resultó el primero en  formular la naturaleza de los colores  a partir de la descomposición de la luz blanca por el fenómeno de la refracción.

Fue en 1665, cuando Newton descubrió que, al pasar la luz blanca a través de un prisma, esta se dividía en colores formando un espectro, de lo cual pudo inferir que era dicha luz la que albergaba todos los colores visibles.
 


Auxiliándose de un prisma triangular de cristal, en una habitación totalmente a oscuras, Newton constató la formación del fenómeno óptico.

Y los arcoíris son precisamente resultado de la refracción y reflexión de los rayos solares en las gotas de agua suspendidas en la atmósfera. Aparece sobre el horizonte, al lado opuesto del sol, como un arco luminoso de 7 colores y con un ángulo de entre 40 y 42° respecto a la luz incidente.

Entre las singularidades más recientemente detectadas del arcoíris  destaca que, además del rojo, naranja, amarillo, verde, cian, azul y violeta –sus colores visibles-,  posee una gama mucho más amplia que es indetectable por el ojo humano. 
 


El arcoíris, con su diversidad de colores, es símbolo de movimientos y entidades entre las que destaca la Comunidad LGBTQ+.

También lo hace singular el no poderle calcular su tamaño, ubicarle un principio o un final pues ello depende en buena media de la ubicación del observador.

Es imposible que aparezca un arcoíris en horas del mediodía ya que, además de que se necesita un día lluvioso, el sol debe ubicarse a menos de 42 grados por encima del horizonte. Lo que sí será siempre posible es sumarnos a la invitación de Liuba y convidar al señor arcoíris a pintar, a cualquier hora del día o la noche, los colores de la felicidad.