Leydi Laura Moya... más que una canción

La Habana.- EL DEPORTE constituye su mayor pasión. Comenzó por la natación, pues su tío Eduardo afirmaba que tenía el físico indicado. Con siete años de edad dio las primeras brazadas en la Ciudad Deportiva habanera, sin imaginar que tiempo después se convertiría en la mejor pentatleta de Cuba, en reina centrocaribeña y medallista panamericana, entre otros premios.

Leydi Laura Moya López se entrenó durante un año en la alberca contigua al coliseo, pero dificultades en su funcionamiento hicieron que su mamá Haydeé la trasladara a una en el Cotorro, más cercana a su hogar en San Miguel del Padrón. La niña estudiaba por la mañana y nadaba allá en la tarde.

Al sumarse la sesión de la madrugada la reubicaron en un centro escolar del Cotorro, y bajo la tutela del profesor Ernesto Garrido promovió a la Escuela Nacional de Natación Marcelo Salado. Así, “Lady Laura” siguió enfrentando retos que le demandaron mucho más que esa canción popular tantas veces escuchada en nuestro país.

¿Recuerdos de esa etapa inicial?

Desde el año 2000 participé en festivales nacionales, copas Marcelo Salado y juegos escolares nacionales (JEN). En mis primeros JEN, en 2004, conquisté seis medallas de oro y una de plata en la categoría 12-13 años. Fui de las más destacadas. Dominé varias competencias en los estilos libre y pecho, con marcas personales, y también ganaba todos los eventos de biatlé (carrera-natación-carrera).

¿Por qué saliste de la Marcelo?

Me decepcioné, entrenaba muy duro, me decían que si hacía los tiempos subiría al equipo nacional, pero cumplía y nada. Tenía resultados en mi grupo juvenil, incluso en el estilo espalda que no era mi fuerte. Hacía tres sesiones diarias porque pasaba trabajo para bajar de peso. La natación es muy exigente y si no hay estímulos te desalientas. Nunca me promovieron y me cansé.

Te enamoraste del pentatlón…

Se trata de una competencia difícil, principalmente la equitación, pero en la categoría juvenil esta no se incluía. Entre mayores, sin embargo, me adapté a trabajar con los caballos. Si he logrado rendimientos y éxitos en 12 años dentro de la selección se debe a que soy muy insistente, me exijo, trato de cumplir en todo y dar lo máximo.

¿Cómo llegas al elenco élite?

Tras irme de la Marcelo iba a la Ciudad Deportiva para entretenerme. Empecé en triatlón (natación-ciclismo-carrera), pero la bicicleta nunca me gustó, no sabía doblar. Me decidí por el pentatlón: ya era nadadora y me defendía en el tiro, faltaba pulir la carrera, la esgrima y algo de la equitación. En mi primera competencia gané los JEN y me dijeron que estaba en el equipo nacional. Mi mamá fue la primera que se alegró mucho.

¿Mantienes la perseverancia?

Como cuando pequeña, todos los días me levanto a las 5:30 a. m. para ir a la Escuela Superior de Formación de Atletas de Alto Rendimiento Cerro Pelado. Me traslado por mis medios y cuando el entrenamiento no está en una etapa decisiva y termino temprano retorno a mi apartamento. Lo mandé a construir sobre la casa de mis padres, a mi gusto, lo disfruto. A veces resulta difícil esa rutina, pero soy fuerte sicológicamente.

Cuéntame de los primeros momentos en el pentatlón…

Nada fácil. Corría fuerte, pero con una técnica pésima. En aquel tiempo no tuve el apoyo de las figuras principales, por eso hoy ayudo a las más jóvenes de la selección.

Tenía tres rivales por delante, me les pegaba y apretaban. Los entrenadores un poco que me ignoraban. Era una quinceañera. Todo cambió cuando a Abdel O’Reilly le encomendaron los juveniles.

Fue lo mejor que me pasó, lo conocía del Cotorro, nos unimos mucho, me entrenaba en todas las modalidades, era súper exigente y eso es importante. Gente así te lleva al objetivo, aprendí a correr y mejoré muchísimo los tiempos.

En las vacaciones, estando en el Cerro Pelado, iba a prepararme para los biatlé. Con el tiempo Abdel me llevó al oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Singapur 2010. Tenía 18 años y me “fajaba” con las tres más experimentadas.

Pero tu debut internacional ocurrió antes…

En el 2009 durante el Campeonato Panamericano de Argentina, que ofreció dos cupos para Singapur. Acabé segunda. Competí sin saber de opciones ni rivales. Hice lo que pude, según había trabajado con O’Reilly.

Un mes antes de viajar a Singapur tuve que operarme de hemorroides, pero tenía tan buena preparación que en menos de 20 días me recuperé y sorprendí con el título. En 2014 asistí a la segunda edición, en China, en el honroso rol de embajadora de buena voluntad. Esa lid envía un bello mensaje de amistad y paz a los jóvenes del mundo.

Después tu historial deportivo se ha ampliado…

He tenido muchas competencias, incluyendo los certámenes del orbe. Acumulo varios títulos en los campeonatos de Norceca y panamericanos; el cuarto lugar mundial entre juveniles y el décimo en el relevo mixto; fui quinta y oncena en copas universales de campeones; duodécima individual y cuarta en relevo con Ricky Figueroa en una copa del mundo; gané el lugar 20 en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 y tengo otros resultados en lides abiertas de diferentes niveles…

En citas multidisciplinarias posees mejores premios…

Mi ensayo como mayor fue el onceno lugar en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. Después, en los Centrocaribes de Veracruz 2014, además del oro individual agregué la corona del mixto con Ricky y el bronce en el relevo femenino junto a Eliani Cámara.

Con ellos mismos logré medallas de bronce en Barranquilla 2018, cita en que fui cuarta individual en un mal momento personal. En la lid continental de Toronto 2015 acabé sexta y mi felicidad más grande aconteció hace poco en Lima 2019.

Allí, a las dos platas logradas junto a mis compañeros sumé el bronce individual. Eso es lo más valioso de mi carrera, un resultado del esfuerzo propio. Cuba volvió al podio tras la plata de Yaniel Velázquez en 2007. Agradezco el apoyo de mi entrenador José Ignacio Cruz y de la familia.

Estás clasificada para Tokio 2020… ¿Qué se propone una atleta tan competitiva, que mezcla la alegría y fuerza de su carácter?

Debo trabajar más la carrera, me cuesta el tercero de los cuatro tramos de 800 metros. He mejorado la natación y la esgrima, pero solo corremos tres veces en la semana en el Cerro Pelado. Me he propuesto agregar una hora diaria cuando llegue a casa.

¿Y después del compromiso en tierra nipona?

Tendré 28 años de edad, quiero ser mamá y luego seguir. La campeona olímpica de Londres 2012, la lituana Laura Asadauskaite, tuvo una niña y continuó en el deporte. De paso descanso, llevo años con demasiada carga.

También quiero terminar la Licenciatura en Cultura Física y Deportes, y cuando me retire desempeñarme como entrenadora. Me gusta enseñar y creo tener carácter para eso. Seguiré ayudando al deporte cubano a través de mis experiencias.