En Cuba se insiste en el estricto cumplimiento de las medidas de protección para controlar la pandemia, sobre todo en los niños.

Entre el cúmulo de números escalofriantes del último parte del Ministerio de Salud Pública: 550 nuevos contagios, tres fallecidos, la mayor cifra de casos activos desde el inicio de la epidemia de COVID-19 en el país— con 3 378 personas ingresadas en los hospitales— había otro dato no menos preocupante.

Un niño, lactante, de solo un mes de nacido, aparece reportado de grave. En días anteriores, varios menores de 18 años han engrosado la estadística de contagios, y también de las personas reportadas de cuidado. Pocas cosas como la noción de la infancia en peligro conmueven o estremecen tanto.

Desde la aparición de los primeros casos del nuevo coronavirus en el territorio nacional, el pasado 11 de marzo, 1 674 pacientes en edades pediátricas han sido infectados por el virus. Hoy, 10 meses después, 263 menores se encuentran ingresados positivos a la COVID-19, el número más elevado hasta la fecha, y se ha recuperado el 85%. En tanto, cinco personas en  edades pediátricas, se reportan en estados graves.

“Sobre la relación de la COVID-19 con los niños, niñas, adolescentes y población joven en general, muchas cosas se dijeron,  como que los niños no enfermaban, o si lo hacían no era de modo grave y obviamente, que mucho menos morían. Sin embargo, esta ha sido una enfermedad en la cual la ciencia y la asistencia médica han ido aparejadas con el curso de la misma, hasta demostrar que sí es una población que enferma, que sí puede evolucionar hacia formas graves, aunque en menor proporción con respecto a los adultos”.

Así destaca a Cubadebate la doctora Lisette del Rosario López González, jefa del Grupo Nacional de Pediatría y miembro del Grupo de Expertos de la COVID-19 del Ministerio de Salud Pública, quien subraya: “Se infectan, y además transmiten el virus, por lo cual en la cadena epidemiológica tienen el mismo papel que un adulto o una persona de edad avanzada aunque la evolución varíe”.

Dra. Lissette del Rosario López González, jefa del Grupo Nacional de Pediatría del MINSAP. Foto: Captura de pantalla/Mesa Redonda.

De acuerdo con la especialista, este es un elemento crucial a tener en cuenta, “pues consideramos que, precisamente, este estigma es el que ha hecho que muchos padres o familiares, y la misma sociedad, haya bajado la percepción de riesgo en cuanto al cuidado de ese grupo poblacional. “Insisto; si bien por lo general no enferman de manera grave, sí constituyen un elemento serio de transmisión dentro de su hogar o comunidad, donde conviven con personas de mayor vulnerabilidad, y que las hacen más propensas a las forma graves de la infección”, dijo.

Prueba de ello, apuntó López González, es que en los últimos meses sí se han ido reportando en el mundo casos de muerte por COVID-19 en niños, resultado de evoluciones tórpidas en población pediátrica infestada por el SARS-CoV-2.

También, se ha informado y alertado sobre la aparición de síndromes, presumiblemente asociados a haber estado infectado antes con este virus, y que tienen una alta mortalidad. “Es por eso que pudiéramos preguntarnos ¿Son inmunes los niños al coronavirus? La respuesta es no, no son inmunes a la COVID-19. Enferman con un virus, que tiene además un peso social importante, pues ha puesto en evidencia la robustez o no, de los sistemas económicos y de sanidad”, reflexionó la entrevistada.

Todo cuidado es poco

Debemos evitar que los niños salgan a las calles innecesariamente. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

El primer caso confirmado de coronavirus en la población pediátrica ocurrió el 21 de marzo de 2020. Desde sus primeros inicios, la incidencia se ha mantenido entre un 10 % y un 12 % , con una evolución clínica estable y mostrando resultados satisfactorios en el uso de los protocolos establecidos, informó la jefa del Grupo Nacional de Pediatría.

“De aquí hasta la fecha, ningún niño, niña o adolescente cubano ha fallecido a causa de la COVID-19”, subrayó.

No obstante, insistió la experta, es preciso hacer un llamado de atención importante, puesto que en esta tercera ola de la pandemia la población pediátrica se ha visto más severamente afectada.

“Hacemos un llamado incluso en las edades extremas de la vida: los lactantes en este nuevo brote están siendo diagnosticados con el virus, y tenemos un incremento marcado del número de pacientes menores de un año de edad. Este elemento, de por sí, conlleva riesgos importantes para esos bebés que lógicamente tienen una vulnerabilidad, un riesgo mayor. De ahí la alerta a la familia como núcleo central de nuestra sociedad, porque los lactantes dependen de la familia”, reflexionó la experta.

“Tenemos que entender que el nuevo código de vida implica aprender a socializar acorde a los tiempos de la COVID-19”; atender a nuestros niños y niñas con un máximo de bioseguridad hogareña y eso es la clave del éxito para lograr revertir esta situación”.

Alejandra, de tres años, posa para la foto a la entrada de su casa. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

No menos importante, sostuvo, es la alerta sobre nuestros adolescentes. “Las edades entre 15 y 18 años están marcando diferencia. Este grupo etario ya tiene independencia social, y aunque estén bajo la custodia de la familia como núcleo central, tienen una capacidad para darse cuenta que forman parte de nuestra sociedad, que en las manos de ellos está cuidarse y cuidar su entorno”.

La principal vacuna con la que contamos—y así lo han remarcado reiteradamente las autoridades sanitarias y el propio mandatario cubano— es la prevención. “La manera más inteligente de abordar esta pandemia es previniendo la infección, con la prevención primaria que está en manos de todos. Por otro lado, evitar contactos, fuentes de infección. Si tenemos sintomatología, o los padres detectan que sus hijos tienen algún malestar o síntomas como tos, estornudos, fiebre, deben acudir a los servicios de salud inmediatamente. Insistimos en que en la población pediátrica, la COVID-19 no solo se presenta como una infección respiratoria, sino que los cuadros digestivos están presentes en ellos”, refirió.

Para la entrevistada, vale destacar que si bien es cierto que el mundo y en Cuba, el mayor por ciento de los menores contagiados evoluciona de manera satisfactoria, hay un número de pacientes que puede cursar y cursan, con las formas graves de la enfermedad.

“En este momento tenemos cinco pacientes en edad pediátrica reportados de grave por condiciones clínicas; o sea, no por ser infrecuente el curso grave de la enfermedad, deja de ser preocupante”, advirtió.

“A veces miramos los problemas como números y decimos: de cada 100 solo uno enferme, no es que sea un problema tan severo… Pero si nos ponemos a pensar en la familia que le pone nombre a ese uno, para esa familia es el 100% del problema. Es por eso que reiteramos que es importante no  enfermarnos, porque hay una peculiaridad con los niños, niñas y adolescentes, y es que se han descrito síndromes graves como el llamado síndrome multisistémico y la Enfermedad de Kawasaki, a la cual se le ha visto una posible asociación con haber padecido esta infección”, explicó la experta.

Por otra parte, dijo, la COVID-19 es una  enfermedad que estamos conociendo sobre la marcha. Por lo tanto, la verdad de hoy quizá pueda ser cuestionada mañana. “Las secuelas están descritas también en los pacientes pediátricos, inclusive en aquellos que prácticamente han sido asintomáticos. En nuestro país se han realizado estudios en los cuales se han detectado alteraciones cardiovasculares en menores sanos que han sido infectados por el SARS-CoV-2. Por ello, lo primordial es cuidar la salud”, concluyó.