Elián González y su padre

Hay historias que calan profundo en el corazón de las personas y son capaces de conmover a un pueblo entero. Ese fue el caso del secuestro de Elián González en Estados Unidos, que separado de su familia y de su Patria unió sin proponérselo a todo un país en una lucha por su regreso.

Yo era bastante niña entonces, pero pese a mi escasa edad, supe de los desvelos de Juan Miguel González por su pequeño, y de la preocupación constante de Fidel. ¡Parecía como si le hubiesen arrebatado a su propio hijo!

Este 28 de junio se cumplen 20 años del regreso de Elián, cuando tras permanecer varios meses en suelo estadounidense, retenido por la mafia cubano-americana, sometido a todo tipo de torturas psicológicas y sin el calor del seno familiar; bajó en los brazos de su padre de la escalerilla del avión que lo trajo de vuelta a casa.

Aquella imagen, seguida en vivo por millones de cubanos, ratificó la fortaleza de la Mayor de las Antillas; la misma que golpeada por el bloqueo económico, comercial y financiero y afectada por el Período Especial, mostraba una vez más su valía ante un enemigo poderoso e intimidante.

El pueblo cubano levantó su voz en un solo reclamo y el mundo entero escuchó que nadie nunca más nos arrebataría lo nuestro, pues lo defenderíamos hasta el último hombre sin ceder a chantajes o amenazas.

Elián tuvo la oportunidad de crecer como joven libre al lado de sus seres queridos, de disfrutar las bondades de la Revolución que lo trajo de vuelta y de formar recuerdos felices de su infancia. Aquel niño, dos días a la deriva en el mar sobre una cámara de neumático, pudo ser cualquiera, y al igual que se hizo por él, se haría por nosotros.

Dos décadas han pasado desde aquel suceso, y aunque físicamente Fidel ya no está, su impronta sigue presente en cada desafío que atraviesa Cuba; ahora, con líderes de otra generación, pero fieles a los principios y convicciones que distinguen nuestra historia.

Como en aquel entonces, cada vida importa y el pueblo continúa fortaleciéndose ante los nuevos retos, sean huracanes, pandemias, sanciones económicas o catástrofes de cualquier índole. Sabemos que saldremos airosos sin importar las circunstancias y aprenderemos de las experiencias, siempre llevando en alto la bandera de la solidaridad, la unidad y el humanismo. (Foto: Archivo)