Julio Antonio Mella

Julio Antonio Mella fue un joven que se aferró al curso de la historia para intentar cambiarla.

Casi inmediatamente a su ingreso en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, se involucró, en noviembre de 1921, en las protestas contra el otorgamiento del Honoris Causa a Herbert Crowder, quien era nada más y nada menos que la personificación del intervencionismo estadounidense en la Isla. En lo adelante no estaría ajeno a las problemáticas universitarias y nacionales.

Para aquella época habían llegado vientos del sur, vientos de cambios en el ámbito universitario. Desde Córdoba, en Argentina, las ideas de la reforma en la educación superior calaron en estudiantes cubanos, entre ellos Mella, quien para cohesionar esfuerzos se dio a la tarea de fundar en 1922 la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

En 1923 organizó la creación de la Universidad Popular José Martí, que funcionó en la misma área de la Universidad de La Habana para la superación docente y política de sectores populares.

Aunque la carrera que cursaba era Derecho, también ejerció el periodismo. Fundó la revista Alma Mater, que se mantiene hoy como órgano de la FEU, y colaboró con varios medios de prensa en Cuba y México.

Pero Mella no fue solo el agitador en la Universidad o el rebelde que se declaró en huelga de hambre durante un injusto encarcelamiento en diciembre de 1925. Fue también el joven del deporte, los amigos y el amor.

Mella fue lo que debe continuar siendo el joven universitario de hoy, sí.

Porque desdeñar y combatir lo injusto no se ciñe a un tiempo específico; desdeñar y combatir lo injusto es lo que un joven debe hacer siempre.

Porque compartir el conocimiento, enseñar y contribuir a la superación, como él lo hizo en la Universidad Popular que fundó, es lo que realizan en la actualidad los estudiantes cuando llevan la universidad a la comunidad.

Porque, al igual que él, cada día debemos ser más conocedores y defensores del pensamiento de José Martí.

Porque la FEU, organización que legó al estudiantado cubano, sigue y debe seguir siendo una fuerza transformadora y resuelta a acompañar los anhelos de la nación en los ámbitos de la economía, la defensa de los proyectos revolucionarios, la investigación científica, la cultura, la formación de valores…