Roberta Jacobson, entonces secretaria adjunta del Departamento de Estado de EE. UU., en La Habana

Roberta Jacobson dijo que “la estrategia era lograr que el gobierno de Raúl Castro, diera paso a un cambio de la economía socialista hacia la capitalista, situación que no sucedió”.

Roberta Jacobson, sub secretaria de Estado para el Hemisferio Occidental durante la administración del presidente Barack Obama, y quien encabezó la delegación yanqui durante las conversaciones con Cuba para reanudar las relaciones diplomáticas, reconoció durante una entrevista concedida a la BBC el pasado 20 de junio 2019, que “la política de Obama hacia Cuba no fue un regalo al gobierno de Castro”.

Para aquellos que aun creían en las buenas intenciones del presidente Obama hacia Cuba, ahora comprobarán que solo buscaba derrocar el sistema socialista con una estrategia más acaramelada, para confundir y engañar, a partir del restablecimiento de las relaciones diplomáticas y el reconocimiento que: “años de enfrentamiento de su país con la Isla no dieron los resultados ambicionados por todas las administraciones”, desde que en 1959 Eisenhower iniciara la hostilidad política contra Fidel Castro.

Roberta Jacobson argumentó que “la estrategia era lograr que el gobierno de Raúl Castro, diera paso a un cambio de la economía socialista hacia la capitalista, situación que no sucedió”.

Agregó que, para intentar obtener sus propósitos, “Obama aprobó una nueva estrategia política que se fundamentó en establecer intercambios, visitas de estadounidenses a la Isla, más tecnología, y otras acciones, con el sueño de abrir la Isla de forma tal que se pudiera avanzar políticamente después”.

Por esas razones se confirma que lo hecho en materia de relaciones diplomáticas, viajes, intercambios y algunos acuerdos no fueron privilegios a la Revolución, sino para ir socavando los principios socialistas desde adentro, de forma inteligente, sutil y muy dulcificada.

Jacobson retirada del mundo diplomático y actualmente asesora principal del Albright Stonebridge Group, en Washington, explicó que “El presidente Trump no entiende que la negociación del gobierno de Obama con el régimen castrista, fue una manera de ayudar al pueblo cubano, para cambiar la Isla desde abajo y no desde arriba”.

Existen especulaciones de que los contactos de la administración Obama con funcionarios cubanos, les posibilitaron ejercer cierta influencia sobre estos, con el fin de que apoyarán la nueva política y evitar las barreras a los cambios, a partir de recomendaciones que pudo haber realizado el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes, ya que, en el comunicado oficial del gobierno de Estados Unidos, emitido el 17.12.2014 se afirma:

“La administración continuará implementando programas de EE.UU. enfocados en promover el cambio positivo en Cuba, y fomentará reformas en nuestro compromiso de alto nivel con los funcionarios cubanos”.

Esa estrategia no es nueva y tiene antecedentes en lo que tramaba la CIA en 1967, cuando expusieron su nueva dirección de trabajo contra Cuba, la que planteaba entre otras cuestiones:

“Debemos tratar de desarrollar contactos dentro del círculo más íntimo de Castro, […] saber más acerca de quiénes son sus asesores y qué piensan”.

El 15 de agosto de 1968 durante reunión llevada a cabo con el Departamento de Estado, para analizar las próximas acciones contra Cuba, la CIA presentó un conjunto de propuestas, entre ellas:

“Abordar a los líderes cubanos alrededor de Castro para asegurarles que Estados Unidos no deseaban echar por tierra los logros de la Revolución, y estaban preparados para cooperar con ellos y apoyarlos en lo que fuera necesario, en un gobierno post Castro…A cambio, la CIA les propondrían trabajar secretamente, que brindaran información y quizás ejecutar acciones oportunas que acelerarán la sustitución de Fidel Castro como líder del país”.

Ya alejada del Departamento de Estado, Jacobson habló con más soltura al explicar parte de la estrategia seguida en las negociaciones con la parte cubana, confesando que:

“Decir que no recibimos lo suficiente por parte de los cubanos, es entender mal la razón para iniciar esa política”.

Y auguró:

“La actual estrategia de mi gobierno, de estrangular al gobierno cubano no va a funcionar, porque regresar a la misma política de los años ’60 y ’70 del siglo XX, no ha funcionado. Tenemos que recordar que otra de las razones de la política de la administración Obama, fue sacar el tema de Cuba como irritante en nuestras relaciones con el resto de América Latina, y eso fue un logro espectacular”.

Durante sus visitas a La Habana, Roberta Jacobson sostuvo encuentros con miembros de los grupos contrarrevolucionarios, creados por la CIA para ejecutar actos provocativos, estimulándolos a seguir las orientaciones de los “diplomáticos” yanquis, acreditados en la entonces Sección de Intereses de Estados Unidos.

Finalizada su misión al frente de las negociaciones, fue nombrada embajadora de Estados Unidos en México, aunque tuvo que esperar largos meses para ser ratificada por el Congreso, debido a la oposición de los miembros de la mafia anticubana.

La verdad siempre sale a flote, aunque realmente Obama nunca ocultó sus verdaderas intenciones y declaró públicamente que:

“Los cambios introducidos en nuestra nueva política potenciarán aún más nuestro objetivo de empoderar al pueblo cubano… Estas medidas servirán para fomentar aún más los contactos personales, respaldar con mayor fuerza a la sociedad civil en Cuba”.

“Con la apertura de nuestra embajada podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano. Tendremos más personal, y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la isla, incluida la sociedad civil y con los cubanos que buscan alcanzar una vida mejor”.

De los yanquis nunca se podrá esperar limpieza de actuación, respeto al derecho ajeno y una relación transparente; sus pretensiones de apoderarse de Cuba se mantendrán eternamente, tal y como plasmó en abril de 1823, el entonces secretario de Estado, John Quincy Adams, en carta remitida a un agente secreto en Cuba, donde le orienta:

“Usted comunicará privadamente en notas confidenciales a este Departamento, todas las informaciones que le sean dable obtener con respecto a la situación política de la Isla, a las miras de su Gobierno y a los sentimientos de sus habitantes. Se mantendrá atento a cualquier agitación popular, sobre todo aquellas que puedan referirse a la cesión de la Isla por España a cualquier otra potencia…”

Nada ha cambiado desde entonces, el objetivo es el mismo, por eso nos alertaba José Martí:

“Impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas, los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza, sobre nuestras tierras de América”.