La Habana, Cuba

La Habana, Cuba.-  Aunque se necesita tiempo para evaluar el verdadero alcance de la nueva política de Estados Unidos hacia Cuba, para muchos norteamericanos ha sido un disparate mayúsculo.

Delgado, con barbas, David es un estadounidense de Virginia que prefiere esconder su apellido porque ahora mismo hace turismo por las calles de la Habana Vieja, algo prohibido por la Casa Blanca.

Yo no puedo hablar a nombre de todos los americanos, pero sí puedo asegurar que hay muchos que no están de acuerdo con la decisión de Trump, afirma mientras recorre una tienda de artesanías en la Plaza de San Francisco de Asís.

David ha estado ya dos veces en Cuba, un país por el que demuestra simpatía. Es un lugar maravilloso para estar, la gente es muy amistosa, asegura y subraya sus palabras con un “amo a esta isla”, frase chapurreada, entre risas, en un español con marcado acento norteamericano.

Sin temor

Las recientes decisiones de la Casa Blanca pueden tener una repercusión negativa en Cuba, pero en la isla nadie ha perdido el sueño, como indica Guillermo Brito, quien maneja un hermoso automóvil Ford Fairlane  del 57, en el que transporta a turistas por toda La Habana.

Puede haber repercusiones para nosotros que trabajamos en esto, pero hay que seguir para adelante, subraya desde el timón de su cuidado auto.

Los cubanos salimos adelante como quiera, con Trump o sin Trump, dice con todo el gracejo criollo Richard González, mientras conduce un coche de caballos cargado de turistas europeos.

González desea que Cuba sea un atractivo para todos, pero, subraya, si Trump no quiere, que se quede con sus Estados Unidos.

Y es cierto el enfoque de ese cochero sabedor de que en Cuba hay un tesoro turístico que se pierden los estadounidenses.