Nadie le va a proteger mejor que Usted mismo

Nuestro proyecto social se caracteriza por un profundo humanismo. Desde 1959 se lucha por todos los medios para que todos los cubanos puedan gozar de las mismas oportunidades, para que nadie quede desamparado, y para atenuar las desventajas sociales que pudieran afectarnos. Y eso ha sido un logro innegable de la Revolución Cubana, lo evidencia el quehacer del Estado cubano frente al SARS-CoV 2.

   Pero todo en la vida tiene más de una arista, y nada existe que sea positivo ciento por ciento. El humanismo del Estado y la legislación revolucionarios han provocado también algunos efectos colaterales poco deseables. Me refiero específicamente a la responsabilidad de cada uno, a la percepción de lo que a cada uno corresponde hacer.

   Muchos se han acostumbrado a que el Estado lo de todo, lo solucione todo, y han formado el hábito de sentarse a esperar que les resuelvan el problema, sin sentir su propia y personal responsabilidad en tal solución.

   Un ejemplo de eso es, sin dudas, la actitud que se asume ante los problemas de salud. Viven como quieren, descuidan sus tratamientos y luego esperan que en el Cuerpo de Guardia les controlen la presión arterial o el azúcar. Como no cuesta nada a nadie la visita al médico y el tratamiento de urgencia, pues…

   También se da el caso de la mujer que se embaraza sin preparación alguna, sin un mínimo chequeo, porque está segura de que una vez controlada por el sistema de salud se hará lo posible y lo imposible por ella y su criatura. Y muchas veces hasta hacen resistencia a los tratamientos, rehúsan los ingresos y faltan a las consultas que se les programan. Como no les cuesta nada, asumen los cuidados como una carga.

   Lo mismo se ve hoy en quienes desconocen los llamados al distanciamiento social. Estos insisten en largas partidas de dominó, o en permanecer en una esquina conversando nimiedades durante horas.

   Con eso ignoran deliberadamente el peligro a que se exponen ellos y sus familiares, tal vez más vulnerables.

    Las cosas pueden ir más allá cuando se pierde de vista el necesario esfuerzo personal y familiar para conseguir la protección de cada uno y hacer efectivo el objetivo trazado por el Estado.

   Hay quien, en la Cuba del siglo 21, habituado a que el Estado se comporte como un  padre bondadoso, espera sentado la mágica solución de sus problemáticas.

   Tales personas pierden de vista sus compromisos consigo mismos y actúan como si no comprendieran lo que les dicen al afirmar que sólo con el esfuerzo de todos podremos salir adelante y vencer.

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