Imagen alegórica al cambio horario

Este fin de semana debemos adoptar otra vez en el país el llamado horario de verano, con el cual la luz natural dura hasta más entrada la tarde.

La habitual medida, como sabemos, busca incrementar el ahorro en el consumo de electricidad en el horario pico, justo además en los meses en que las altas temperaturas producen mayores gastos de corriente en ventiladores, climatización y refrigeración, entre otras causas.

Por eso es importante insistir en la idea de que el ahorro en el sector residencial no lo podemos dejar o reducir solo al cambio de horario, ni tampoco convertir el ahorro en un pretexto para que en el sector de la producción y los servicios dejemos de hacer cosas.

Lo importante es hacer todo lo que está en el plan de la economía, ahorrando; y de acomodar también nuestra vida doméstica, sin derrochar.

Este razonamiento es también aplicable a todas las energías. Porque a veces solo pensamos en la corriente eléctrica, pero hay mucho mala utilización de otros portadores energéticos o recursos que llevan detrás un gasto para producirlos o situarlos en el lugar y el momento en que los necesitamos para el consumo.

No obstante, un aspecto esencial en estos tiempos de cambio climático es el empleo de la climatización, uno de los usos de la energía eléctrica que más eleva la factura, tanto en los centros laborales como en las viviendas.

¿Porque quién no ha encontrado alguna vez una consola o acondicionador de aire encendido en locales u oficinas vacíos, solo para mantenerlos bien refrigerados en espera de alguien que puede demorar horas en regresar?

Conozco a personas que llevan abrigos al trabajo para resguardarse del frío que crean en sus rigurosos inviernos artificiales, casi que para disfrutar del exceso de vestimenta, o a quienes tiritan por las bajas temperaturas, pero no hay quien les gradúe el termostato del equipo.

Ustedes dirán que exagero, pero pensemos y estemos atentos a nuestro alrededor, para comprobar cuánta energía pudiéramos ahorrar si no malgastáramos la electricidad en una climatización que realmente no se necesita.

Por supuesto que puede haber equipamientos tecnológicos y locales cuya propia naturaleza exijan el uso del aire acondicionado, y si ello es imprescindible, pues bien empleado está. Pero ya sabemos que eso no es lo que sucede en la mayoría de las situaciones, donde tal vez bastaría con una temperatura agradable para crear el preciso confort, sin el exceso molesto y costoso de una climatización abusiva.

Algo similar ocurre con los vehículos que tiene este aditamento, donde hay quienes pueden hasta pasar frío e ir incómodos, por no accionar el control sobre el aire acondicionado.

Es cierto que nuestro clima, tan caluroso ya durante casi todo el año, a veces también nos crea ese reflejo de enfriar de manera artificial los locales hasta el máximo posible, pero, amigas y amigos, ¡démosle también un respiro a la factura de electricidad!

Así que no nos apresuremos en maltratar los comprensores en marzo y abril solo porque ya llega el horario de verano, que para julio y agosto sí vamos a necesitar el aire acondicionado, y si se rompen —créanme que lo digo por experiencia propia en mi ámbito laboral— no siempre se componen.