DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO RUZ, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE CUBA, EN EL ACTO CENTRAL POR EL 35 ANIVERSARIO DE LA UNION DE JOVENES COMUNISTAS, EFECTUADO EN EL TEATRO CARLOS MARX, EL 4 DE ABRIL DE 1997.

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS - CONSEJO DE ESTADO)

Queridas compañeras y queridos compañeros:

De acuerdo, voy a pronunciar algunas palabras, pero no muchas (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡P'a lo que sea, Fidel, p'a lo que sea!"). El programa es largo, y ya no es lo mismo que hace 35 años, en que había más cosas que decir, ni es la misma energía de aquellos tiempos; pero recordaba que Vicky habló de reflexiones. Sí, un día como hoy es propicio para reflexionar, y es imposible que en un acto como este no pasen por nuestras mentes, en primer lugar, tantos jóvenes que dieron sus vidas por la patria y por la Revolución.

Ella empezó mencionando a Martí, que a los 16 años fue enviado a las canteras, lleno de grillos y de cadenas, a los estudiantes fusilados y a los que comenzaron con el Padre de la Patria en el año 1868, gente fundamentalmente joven.

¿Y qué era Maceo, qué era aquella pléyade de hermanos que murieron casi todos en la guerra? A ellos los conocemos por la historia, pero a otros muchos los conocemos porque hemos sido compañeros suyos o porque están más cercanos todavía en la historia.

Si pensamos en Mella, bueno, no lo conocimos personalmente; pero eran tan familiares su nombre y su figura, tan ejemplar y tan inspirador, que los estudiantes lo vimos siempre como un miembro de nuestra familia.

De otros muchos tuvimos el privilegio de ser compañeros en la misma lucha. Cómo no recordar hoy, por ejemplo, a Frank País, muerto a los 22 años, aquel joven tan prometedor, tan capaz; a su hermano, aún más joven; cómo no recordar a José Antonio, muerto a los 24 años; cómo no recordar a Camilo, muerto a los 26 años.

Cómo no recordar a aquellos que cayeron en el asalto al cuartel Moncada y al de Bayamo, algunos de ellos con menos de 20 años, casi todos con menos de 30; cómo no recordar a los hermanos Saíz; cómo no recordar a Ascunce Domenech y a Conrado Benítez, cuyas vidas fueron tronchadas cuando realizaban aquella noble tarea de educar, de enseñar a los analfabetos.

Son tantos y tantos, que es imposible que por la mente no marchen como una larga columna. Es lo primero que se siente en un aniversario como este, no solo en los primeros años, sino a lo largo de estas décadas; aquí se mencionó ya a cientos y cientos de jóvenes internacionalistas, combatientes, maestros, trabajadores de todo tipo. Vuelvo y repito que es lo primero que nos pasa por la mente, y seguro les pasa por la mente a todos ustedes un día como hoy.

Y cuando hablamos de juventud hay que estar conscientes de que se trata de un término relativo, porque no es la fiesta de más de un millón de pioneros y estudiantes, no es la fiesta de los 530 000 miembros de la juventud, es la fiesta también de todos los que un día fueron pioneros y hoy son adultos, es la fiesta de todos los que un día fueron estudiantes y hoy son profesionales, es la fiesta de todos los que fueron jóvenes.

Se menciona tranquilamente el 4 de Abril de 1962, y yo recordaba que los que entonces tenían 15 años hoy tienen 50 y los que tenían 20 años hoy tienen 55, y todos fueron miembros de la juventud. No voy a decir que de la Unión de Jóvenes Comunistas, pero eran jóvenes y de una manera o de otra participaban, porque la Unión de Jóvenes Comunistas era una selección. Y eso se decidió, precisamente, en aquel congreso, cuando se adoptó firmemente la idea de que la organización juvenil fuese una selección de los mejores.

Toda la historia de que se habla, de los cientos de miles que trabajaron en la Campaña de Alfabetización, de todos los contingentes que se crearon, de todas las brigadas, de todos los grupos, que son infinitos, incluidos los jóvenes que pasaron el Servicio Militar Activo, o formaron parte del Ejército Juvenil del Trabajo, o aquellos civiles o militares que constituyeron las Brigadas Técnicas y los que crearon campamentos, círculos de pioneros, y también los campismos y muchas de las cosas que se han recordado aquí hoy. Todos esos están aquí en nuestro país. Ellos fueron los que escribieron esa historia a lo largo de los años, y por eso merecen que se les considere partícipes de esta conmemoración, por eso merecen que se les considere jóvenes, aunque no sea solo por una cuestión de justicia, sino hasta por una cuestión de psicología, porque los que pasaron por aquí, algunos muy risueños, nos recordaban todas esas sucesivas generaciones de cuadros; aunque tuvimos un problema y no hubo, desde luego, trampa: alguno falló.

Me habría gustado que aquí estuviesen todos, todos, todos; pero alguno falló, así es la vida, y no debemos sentir vergüenza, sobre todo si se tiene en cuenta que la juventud era dirigida por un equipo de hombres y muy pocos de esos hombres han fallado. La excepción, en todas partes, viene a confirmar la regla (APLAUSOS). Se podría producir, al parecer, un bache; pero no apareció bache, Conrado lo llenó (APLAUSOS).

Los pioneros tal vez no entiendan mucho de este tema, pero estamos un grupito de adultos por aquí, y no queremos que alguien piense que se ha creado un vacío. No hay vacío alguno, un pequeño bache, y así nadie podrá tampoco pensar que dejamos de ser honrados por no reconocer la verdad.

Orgullo se siente, cuando se pasa revista, de todo lo que se ha hecho y de todos los que lo han hecho.

Dije que iba a evitar mezclarme con temas que me obligaran a extenderme, pero pienso que estos 35 años han significado mucho; en ellos se ha creado mucho y se han formado millones de personas en las ideas políticas y en las ideas revolucionarias.

Que es de fiesta el 4 de abril ya lo sabemos; pero es una fiesta seria, ¡muy seria! Es una fiesta digna de orgullo para nuestra juventud y para nuestro pueblo. Realmente trato de imaginarme, y no puedo ver nada parecido a la historia escrita por nuestro pueblo en estos años; nada parecido a la historia escrita por nuestra juventud en estos años, que son 35 y más de 35; 36 para los pioneros, y más de 36.

Aquel día ya había ocurrido Girón, que nos sorprende en plena Campaña de Alfabetización, campaña que no fue interrumpida, que no fueron capaces de interrumpir nuestros enemigos. Pero el 4 de abril todavía no había tenido lugar la Crisis de Octubre, que se produce unos cuantos meses después. Ya el bloqueo estaba en pleno apogeo, y ha durado todos los años de la Revolución; más que bloqueo, guerra económica, hoy más dura que nunca. Todavía no había ocurrido el desastre del campo socialista, ni nadie se lo habría podido imaginar entonces.

Mientras revisaba en días recientes una copia que me dieron de lo que dije aquel día, pude comprender cuán distantes estaban aquellas metas que entonces imaginábamos, porque en el año 1962 se encontraba en pleno auge el campo socialista. Nos imaginábamos que tal vez la tarea de la construcción del socialismo y la tarea de llegar un día al comunismo estaba distante, pero más cerca de lo que habríamos pensado si hubiésemos tenido el don de ser adivinos, aunque tuvimos un adivino entre nosotros y ese adivino fue el Che (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva el Che!"). No era un hombre al que le faltara la fe, porque era posiblemente el que más fe tenía; no era un hombre al que le pareciera demasiado distante alcanzar las metas extraordinarias que nos proponíamos, pero sí insistía mucho, mucho, mucho en la formación de la conciencia, en el reforzamiento de la ideología, en el papel del ejemplo y en la forma de concebir la conducta generosa, altruista, fraternal del ser humano, y capaz de advertir las consecuencias que pudieran derivarse de cualquier descuido en el campo de la ideología.

No podemos decir que nuestro país y nuestra Revolución hayan cometido esos descuidos. Quizás pudimos hacer mucho más de lo que hicimos; no obstante, sin lo que hicimos en el terreno de la formación patriótica y revolucionaria de nuestro pueblo y especialmente de nuestros jóvenes, esta Revolución no estaría aquí hoy. Creo que es uno de los factores que explican la extraordinaria capacidad de resistencia demostrada por nuestro pueblo; pero simplemente soñábamos, confiábamos en nuestras virtudes.

¿Quién nos habría podido decir entonces que nuestras virtudes tenían que ser superiores, que nuestra lucha sería mucho más difícil, que la tarea histórica era mucho más gigantesca? ¿Quién nos iba a decir un día como aquel que 30 años después no habría URSS, no habría campo socialista, no habría nada de todo aquello que los revolucionarios habían conquistado durante tantas luchas y durante tanto tiempo, y solos habríamos de enfrentarnos a la tarea de llevar adelante lo que un día como aquel soñábamos?

Se habla del hombre nuevo. ¿Hay o no un hombre nuevo en nuestro país?, podríamos preguntarnos, y yo diría que hay millones de hombres y mujeres nuevos en este país (APLAUSOS), y que nuestra heroica resistencia solo es posible por ello.

Ahora, es cierto también que hay hombres y mujeres antiguos, hay hombres y mujeres viejos, en su comportamiento, en sus actitudes, en su conducta, en su egoísmo, en sus debilidades, pero ellos no constituyen la esencia de nuestro pueblo, el acero de nuestro pueblo, la fortaleza de nuestro pueblo. Ello nos recuerda que para alcanzar de manera universal ese hombre nuevo habrá de pasar mucho tiempo todavía, habrá que luchar muy duro todavía, pero que es posible alcanzarlo. Algunos lo preguntan, y categóricamente hay que responderles la verdad de aquello con que soñó el Che, de aquello con que soñaron los jóvenes que se reunieron el 4 de abril del año 1962: Que sí, que hay un pueblo de hombres y mujeres nuevos, en el sentido que explicaba anteriormente.

De tal modo es así que nuestro pueblo se constituye en una esperanza para los demás pueblos del mundo, para los demás jóvenes del mundo, y se demuestra en cuanto evento internacional se produce en Cuba, aun en los días más difíciles; porque tal vez habría que añadir que estos días tan difíciles acelerarán la forja del hombre nuevo (APLAUSOS). Y lo hemos visto: todo está más definido, más claro, y los decididos a seguir adelante están mucho más decididos de lo que lo estuvieron nunca. Es algo que podemos apreciar constantemente en la medida en que la lucha se hace más difícil.

Es necesario que seamos muy conscientes de esta realidad; también que seamos muy conscientes de las realidades del mundo, que seamos conscientes de que esta ola dura y terrible para el movimiento revolucionario pasa, y empieza a pasar a medida que los pueblos del mundo toman conciencia de lo que está sucediendo. Y el capitalismo nos lo enseña todos los días, el capitalismo de afuera y el capitalismo de dentro, porque ciertamente tenemos determinadas formas de capitalismo aquí dentro.

Pero, como les explicaba a los estudiantes no hace mucho, antes vivíamos en una urna de cristal; era la pureza plena en una atmósfera pura, la ideología fuerte y victoriosa del socialismo, antes de que este cayera en los errores, las circunstancias, las traiciones, las blandenguerías y las incapacidades que dieron lugar a los desastres. Eran las condiciones ideales internacionales para hacer todo lo que hicimos. Recursos había, créditos, combustible, maquinarias; podíamos toparnos de vez en cuando con una máquina que era de la época de Maricastaña, ¿no?, pero había muchas máquinas, muchos equipos y muchos recursos de gran utilidad, con los cuales hicimos infinidad de cosas. Había alimentos, materias primas, fertilizantes, aceros, préstamos, colaboración en todos los sentidos, que la Revolución utilizó bien.

Recientemente, unos visitantes que estaban por la Plaza de la Revolución, nos preguntaron: "¿Y este edificio lo hizo la Revolución?" Y les decíamos: "¡Qué va, qué vamos nosotros a hacer este edificio! Es el antiguo Palacio de Justicia, en un país donde no había ninguna justicia; lo que hicimos fue triplicarlo y convertirlo en Palacio de Gobierno, Palacio del Partido y Palacio del Consejo de Estado; lo triplicamos realmente, le hicimos entrepisos, le hicimos de todo." "¿Y ese edificio?" —señalaban para el del MINFAR. "No, ese estaba hecho." "¿Y el otro?" "Ese estaba hecho." "¿Y el otro?" "Estaba hecho." Podemos decir, en honor de nuestra Revolución, que en más de 35 años no se ha hecho un solo edificio público —no hay paralelo en eso—; se hicieron algunas instalaciones imprescindibles, como el Palacio de las Convenciones, que tanta utilidad le presta al país y que ya se ha pagado varias veces.

Este teatro existía, no se llamaba "Carlos Marx", creo que tenía el nombre de una honorable señora —lo digo en serio—, que era la viuda del dueño de este teatro. No creo que hayamos ofendido a nadie al ponerle el nombre de "Carlos Marx", ya que fueron los obreros, realmente, con su sudor y su sacrificio, los que hicieron este teatro que se llama y se seguirá llamando, para honra y orgullo de todos nosotros, "Carlos Marx" (APLAUSOS).

¿Qué hizo la Revolución? Escuelas, hospitales, policlínicos, bibliotecas, campamentos, todo lo que aquí se ha mencionado; instalaciones y viviendas para el pueblo, exclusivamente para el pueblo. A eso dedicó sus esfuerzos y de eso se enorgullece.

En eso empleamos los recursos que venían del campo socialista, y llenamos el país de presas, de canales, que en un momento dado no pudimos utilizar a plenitud ni al 50% por los conocidos problemas energéticos que vinieron después, la falta de combustible; se llenó el país de carreteras; se construyeron cuantas industrias fueron posibles, y son muchas, aunque no se suele hablar de ellas, porque se pone el énfasis en la educación, la salud, el deporte y otras cosas; se desarrolló un pueblo de científicos, se construyeron para ello infinidad de instalaciones, y no hubo prácticamente un solo sector del país olvidado.

En eso invertimos los recursos, lo que no sabíamos que un día nos íbamos a quedar en cero recursos, cero comercio, cero créditos, cero tecnología, cero materias primas, cero algodón para confeccionar uniformes para nuestros niños en las escuelas. Ese día ocurrió y, sin embargo, la Revolución no se hundió, flotó y flotó más —más que los globos esos que explotan de vez en cuando (RISAS)—, porque es una isla de acero, bien diseñada, que no se puede hundir y que no hay quien la hunda (APLAUSOS).

Ahora, ¿acaso ha finalizado nuestra batalla principal? ¿Tenemos, incluso, derecho a disminuir nuestros esfuerzos en el período especial? ¿Acaso los éxitos alcanzados deben llevarnos a la ilusión de que todo está hecho, de que todo está salvado? Sería un enorme error que es preciso tener presente en un 35 aniversario como este.

Hay muchas batallas que librar para todos, para el Partido, para el Estado, para las organizaciones políticas de la juventud y para las organizaciones de masa, para todo el pueblo, porque —como les decía—, ya no nos desenvolvemos en la urna de cristal, sino rodeados de elementos contaminantes. Ya por dondequiera que usted respira, respira elementos contaminantes; yo les decía a los estudiantes que bacterias, virus y parásitos de todas clases.

¿Ustedes saben lo que mató a una gran parte de los indios, es decir, la población autóctona que encontraron aquí los conquistadores? Las bacterias, los virus y los parásitos, porque eran poblaciones absolutamente sensibles a esos problemas; y nosotros, de cierta forma, con la Revolución, en las primeras décadas, íbamos viviendo en ese tipo de atmósfera.

Bueno, del turismo no queríamos ni saber, y con razón, por los males y problemas que puede traer el turismo. Ya nos ponía en contacto con gente que venía de otras latitudes con otras costumbres. Eramos puros.

Había otras muchas cosas. Remesas familiares, para nosotros eran palabras que no podían ni escucharse, y con razón, porque eso establece una desigualdad, establece una injusticia social. Era muy duro de tragar en un país como el nuestro, tan acostumbrado a la igualdad, e incluso al igualitarismo. Y así por el estilo muchas cosas que no voy a repetir: el comercio, precios de mercado en determinados sectores, determinadas actividades; proliferación del trabajo por cuenta propia.

Nosotros podíamos seguir en nuestra urna de cristal; pero la urna se rompió y tuvimos entonces que aprender a vivir sin urna de cristal. Cuando salgamos victoriosos de esta batalla, seremos un pueblo inmunizado contra todos esos vicios.

Antes no había divisas convertibles en la calle, estaban prohibidas, eran motivo de gran cantidad de trabajo para los compañeros que atienden el sector de los delitos económicos; hoy hay divisas por aquí y por allá.

Antes no había dos tipos de tiendas: la tienda en divisas y la tienda en pesos. Si nosotros nos horrorizábamos cuando escuchábamos hablar de algunas de esas cosas que había innecesariamente en algunos países socialistas —creo que les llamaban tuzex—, que a nosotros nos parecían el más horripilante sacrilegio, y lo es, lo es. Y así por el estilo, a lo largo de los años, vinieron siendo nuestras opiniones sobre muchas de estas cosas que no imaginábamos que un día tendríamos que aprender a convivir con ellas por un período de tiempo cuya prolongación es muy difícil de predecir y que depende de muchas cosas. Depende, entre otras, de ese famoso bloqueo, de esa guerra económica, de la cual se suele olvidar mucha gente, porque escucho a personas hablar como si el bloqueo no existiera. Es malo eso, es una tendencia mala, negativa, por eso siempre advierto: Mucho cuidado con los discursos, y mucho cuidado con alentar la ilusión de que todo marcha maravillosamente bien y que en breve tiempo habremos resuelto todos nuestros problemas.

Se marcha, se avanza, pero no habrá soluciones en breve tiempo, y mucho menos cuando al fenómeno de la desaparición del campo socialista se unió un bloqueo mucho más riguroso, mucho más despiadado y mucho más cínico, cuyos efectos no se mencionan todos los días; porque, además, no es correcto debilitar en lo más mínimo la confianza y la esperanza justificada del pueblo de que saldremos victoriosos. No es buena la idea del pesimismo ni debe haber discursos pesimistas, porque no hay razones objetivas para el pesimismo; no somos pesimistas estratégicos, no se puede ser pesimistas estratégicos, aunque puede haber alguna dosis de pesimismo táctico.

Hay realidades duras de todos los días, de todos los días, que no se andan divulgando, pero se puede decir que en el trabajo del Partido, en el trabajo del Estado, de los poderes nacionales y regionales, en la lucha del pueblo, hay todos los días una proeza, por eso decía que nos esperaba una lucha larga y dura.

Vemos al imperialismo que cada día quiere hacer más uso de su poder y de su influencia económica y política, y presionar, como si fueran alumnos de kindergarten, a los gobiernos del resto de la Tierra. Cada día se muestran más descarados, cada día los embajadores yankis pronuncian más discursos en todas las capitales del mundo, y opinan sobre todos los problemas habidos y por haber, en un mundo que, por otro lado, se les complica cada vez más y tiende a complicarse. Y las consecuencias del neoliberalismo afectan no solo ya a los países de América Latina, afectan también a los países de la propia Europa; no es solo el Tercer Mundo el que sufre las consecuencias, sino también países desarrollados de Europa. Pero al imperialismo lo vemos cada vez más agresivo.

Yo meditaba acerca de una frase que decía Vicky en un párrafo que ellos elaboraron sobre la idea de que no importan mil leyes Helms-Burton, ni mil medidas contra nosotros —y eso es verdad, no importan—, y que la última alternativa será invadirnos para sufrir una derrota mucho más dura que nunca. No, no es seguro que nos invadan; al contrario, tenemos que trabajar para que no nos invadan. Tenemos que movernos y luchar para que no nos invadan, porque no queremos victorias a costa de la vida de cientos de miles de compatriotas.

Como se ha dicho muchas veces, lo importante es estar preparados, lo importante es hacer que nos respete, lo importante es que sepa que tiene que pagar un precio muy alto, y que la alternativa al final no sea invadirnos y desembarcar aquí, por muchas ganas que tenga mucha gente nuestra, tal vez, de acabar de desquitarse de algunas de las fechorías que nos hace, dándole una lección equivalente a un Girón multiplicado por mil; pero el problema es prepararnos, ser fuertes militarmente, ser fuertes poco a poco, pero ser fuertes cada vez más en lo económico y, sobre todo, lo importante es ser fuertes en lo espiritual.

Yo diría que el imperialismo tiene idea de lo que le costaría desembarcar aquí, por muchas armas sofisticadas que ha construido y sigue construyendo. Es que hay un punto en que al final el que decide es el hombre, no las armas, y el hombre es capaz de adaptarse a todo tipo de armas y a todo tipo de tácticas y estrategias, y los vietnamitas lo demostraron; otros lo han demostrado. Eso es clave, la fortaleza espiritual de nuestro pueblo. Por eso es tan importante que cultivemos al máximo las virtudes morales, políticas e ideológicas de nuestro pueblo.

Es en eso en lo que pensaba cuando decía que teníamos una gigantesca tarea, porque la tenemos en todos los terrenos. Ahora mismo estamos luchando con una zafra dificultosa. Hubo ciertas consecuencias de las medidas imperialistas que paralizaron o retrasaron algunos financiamientos, lo que retardó la llegada de determinados insumos, piezas y recursos para la zafra; ha habido un clima desfavorable; no ha habido invierno, lo que afecta algunos cultivos, a la zafra le puede afectar el rendimiento en azúcar.

Nos cruzó por el centro de la isla un ciclón que hizo mucho daño, eso lo sabemos; pero a las provincias se les prohibió mencionar el ciclón: No se puede hablar aquí de ciclón, vamos a dedicarnos a reconstruir lo destruido, pero no a hablar del ciclón para que no se vaya a convertir en un pretexto. Pero hubo ciclón y a la caña de Villa Clara la acostó, la reacostó, la retorció y la volvió a retorcer; naturalmente, a un campo de caña que ya en el mes de noviembre le ocurra eso, tiene que tener consecuencias. Circunstancias similares ocurrieron en Cienfuegos; parte en Matanzas. Pero ese ciclón hizo mucho daño en dos provincias importantes productoras de azúcar.

Tuvimos la suerte de que no ocurriera lo mismo en oriente y en otros lugares que están trabajando mucho mejor en la zafra, incluso hay muchos centrales que muelen con frecuencia al ciento por ciento.

Estamos luchando contra plagas, no sería la primera, pero hay una por ahí dañina, que afecta a muchos cultivos importantes. Estamos estudiando bien, adoptando todas las medidas e investigando bien todo lo que tiene que ver con esa extraña plaga; porque el enemigo desalmado, impotente, furioso, rabioso, criminal, no se resigna a que hagamos lo que estamos haciendo y a que resistamos lo que estamos resistiendo. Por tanto, ahora nos toca terminar esta zafra en un abril con un clima extraño, cosa insólita casi, el invierno menos frío de la historia de Cuba.

Ustedes seguramente escuchan el noticiero siempre que pueden y no falla la noticia del tiempo y, como han visto, todos los nortes se han ido por encima. Eso ha afectado la producción de papa en uno o dos mil quintales por caballería; sin embargo, se hizo un enorme esfuerzo, un enorme trabajo, se ampliaron frigoríficos. El año pasado había momentos en que había que repartir 40 libras de una vez porque no había dónde ponerlas, y ahora hay más de 3 millones de quintales guardados en los frigoríficos y sigue la cosecha, lo que demuestra que un buen esfuerzo aminora los efectos de plagas y climas adversos como el que estamos sufriendo en este invierno.

Pero, ¿cómo vendrá abril en lluvias? ¿Cómo será mayo? Hay que sembrar 27 000 caballerías de caña para acabar de dar un impulso fuerte a la recuperación cañera, para que el fertilizante se aproveche bien, porque hay una planta debajo y no un herbazal. Es un esfuerzo tremendo el que hay que hacer en la siembra y limpia de caña, además de terminar la zafra, en la agricultura; es un esfuerzo tremendo, grande, en todos los trabajos, más eficiencia en todo, y eso requiere un esfuerzo.

No podemos permitir que la gente baje la guardia, se confunda, hay que luchar contra indisciplinas: tarea importantísima de la juventud, de los jóvenes desde los primeros congresos hasta los jóvenes de hoy, contra las indisciplinas.

Las indisciplinas complican, y les puedo citar ejemplos: Decenas y decenas de miles de viviendas ha hecho la Revolución en la capital de la república y se las ha entregado al pueblo, le ha entregado además las viviendas de los que se fueron, lo ha hecho dueño de las viviendas, como en ningún país del mundo. Bueno, pues no se resuelve el problema de la vivienda, por muchas casas que se construyan, mientras la gente se tome la libertad de trasladarse hacia la capital cada vez que le dé la gana y quedarse aquí (RISAS). Ya los que estamos somos bastante (RISAS). Eso se dice así...

El otro día yo leía en el periódico "Granma" que hablaban de distintos problemas, del trabajo que está haciendo la comisión de apoyo a la ciudad, y tal problema, y tal cosa, y el agua, y lo otro, y digo: ¡Caramba!, milagro a nadie se le ha ocurrido mencionar siquiera el problema tan grave que significa la inmigración desordenada y por su cuenta de la gente. ¿Qué significa que la gente venga? Muchas casas donde había cinco, hay diez, quince; barrios en que había disminuido el número de personas por vivienda, hay más ahora, a pesar de todas las casas que se hicieron. Entonces, ¿cómo se va a resolver el problema de la vivienda de esa forma? El Estado viene estudiando hace rato algunas medidas que sirvan de freno a la inmigración ilegal a la capital. En alguna medida tendrán que hacerlo en otras, porque hay algunas, como la de Santiago, donde se ha mudado mucha gente.

¿Qué factores son los que determinan eso? Ya los habaneros no quieren ni construir; ya el habanero de ingeniero para abajo no se conforma; de administrador, de no se sabe qué. ¿Construir, para un habanero? No. Entonces, orientales que vinieron a construir y de una forma o de otra se quedaron por aquí (RISAS). Ya el habanero no quiere ser ni policía (RISAS Y APLAUSOS), y hacen falta policías, ustedes lo saben bien, y buscan policías de oriente. Y así, hay muchos oficios ya que el habanero no quiere ni oír hablar de ellos, y espera que los países del tercer mundo de Cuba (RISAS) —que son Guantánamo, Granma y otros— le suministren la fuerza de trabajo, sin renunciar jamás al oficio de quejarse.

¿Otras razones? Vinieron muchos rebeldes al principio de la Revolución. Yo mismo no sé ni cómo salieron tantos ni de dónde salieron tantos, pero las caravanas eran interminables; burgueses que se fueron, muy bien, ¿qué van a hacer con la casa de un burgués que se fue?, pensando retornar pronto, no sabía que esto iba a durar un poquito más de lo que se imaginaba, ni se imagina cuánto más va a durar de lo que hoy se cree que va a durar; y casas con patios por aquí, por allá, por los alrededores, por dondequiera.

Yo conozco un caso de una persona en una zona de las afueras de La Habana que ha traído 99 (RISAS), según unas encuestas que hicieron, y así por el estilo: en un pedacito ponen un bajarequito ahí, otro por allá y a repartir. Otros no necesitan que los repartan, buscan un lugar medio apartado, con un poco de marabú por ahí y ahí mismo reúnen cuatro tablas, un zinc, un cartón, ¡pum!, y ponen. Resultado: un fenómeno que se había evitado en casi 40 años de Revolución es un fenómeno que hoy, en las condiciones actuales, tiende a proliferar y que obliga a luchar contra ese tipo de actividad.

¿Qué pasa entonces? Pasan muchas cosas: el agua no alcanza, y no puede alcanzar, a pesar de las fuentes nuevas que ha creado la Revolución, muchas, dentro de un sistema de redes que tiene un problema de salideros, de dificultades, que se estaban arreglando, se habían estudiado todas las técnicas y se estaba trabajando, porque ya en la ciudad había decenas y decenas de brigadas solo para los salideros, técnicas desarrolladas para ir sustituyendo y planes con relación a las viejas redes; la Ciudad de La Habana tiene que renovar un día todas sus redes.

La electricidad no alcanza, porque muchos de los ilegales que hacen estas cosas sencillamente ponen una tendedera, botan electricidad, botan todo eso y crean problemas a los otros que ya son residentes habituales de la ciudad.

Después no alcanza el transporte, ni puede alcanzar nunca. No alcanzan los servicios de gas o combustible doméstico; no alcanzan las calles, las avenidas, nada. Crea realmente trastornos muy serios para todo el mundo, incluso hasta trastornos de abastecimiento, un crecimiento desordenado de la ciudad.

Esa es una manifestación de indisciplina social contra la que tenemos que luchar todos, no es cuestión de que Conrado, quien recibió hoy un honrosísimo cuadro, va a resolver los problemas, él o el Poder Popular de Ciudad de La Habana, o la Comisión Gubernamental para apoyar la ciudad, que está haciendo grandes y nobles esfuerzos en ese sentido. Bueno, eso es una manifestación de indisciplina.

¿Qué otras consecuencias traen muchos de estos que se albergan en zonas, desordenadamente?, fenómeno nuevo, relativamente, digo, porque un día, al principio de la Revolución, se acabaron todos los barrios llamados de indigentes. Es que muchos no tienen empleo por aquellas zonas y no suelen delinquir por aquellas zonas, pero una parte de cierta consideración se convierten en delincuentes trashumantes, delincuentes nómadas: viven aquí, no roban aquí, pero se van al barrio del otro a robar; allí en el barrio hay una especie de cofradía y respeto a las propiedades, pero eso no funciona para el resto de los barrios. Hay problemas de delincuencia, de robos, de delitos y todos esos fenómenos realmente negativos. Estoy citando un ejemplo.

¿Es justo que el país, envuelto en una batalla heroica, como está envuelto, contra el bloqueo y por levantar la economía, se vea acosado por ese tipo de problemas, que además son estimulados por el enemigo, aconsejados por el enemigo, que constantemente está exhortando a violar la ley, a robar, a hacer sabotajes, a hacer daños a la economía? Ese tipo de fenómenos hay que combatirlos; los delitos en general hay que combatirlos.

Pero no es el único fenómeno que vemos. Nosotros sabemos que hay gente que trabajando por cuenta propia gana diez veces, veinte veces y treinta veces lo que gana un trabajador en otras actividades, lo que gana un trabajador en un hospital, o lo que gana un maestro.

Otros se han buscado más prósperos y lucrativos negocios, y los suministran muchas veces robando, o comprando lo robado; se sabe, porque están trabajando los inspectores; se conoce, y algunos ganan sumas cuantiosas. Muy bien, algunas actividades han sido autorizadas, ya explicamos por qué, no fue un placer ni mucho menos, fue muy consciente. Cada una de las medidas que se tomaron fueron muy conscientes, porque respondían a las necesidades y a la situación del país al no poder garantizar un empleo como antes le garantizaba prácticamente a todo el mundo. Hoy no, ya les digo que hay muchos empleos que ni los quieren, porque empleo no falta en el país; hay muchas áreas del país donde necesitamos fuerza de trabajo.

Son hábitos, costumbres, tradiciones, que ya las capitales van abandonando. Nos pasa aquí en La Habana como en París, o en España, o en California, o en otros lugares; pero allá tienen marroquíes que van y cruzan, norafricanos, turcos. Los de los países menos desarrollados de la región son los que suministran fuerza de trabajo.

Como el desempleo crece en esos países, se ha desatado una gran ola de xenofobia y hasta de racismo contra los inmigrantes. Yo no quisiera, realmente, que contra mis hermanos orientales se desatara el racismo o la xenofobia. Y digo orientales por simbolizarlos a ellos, son gente buenísima, los conozco demasiado bien, pero, además, no son los únicos. Por ahí aparece su pinareño de vez en cuando (RISAS), villaclareño, cienfueguero, de todas las provincias; de todas las provincias aparecen, yo los conozco, los veo en obras de construcción y en otros lugares.

Pero en Europa se ha creado ese problema, porque la población inmigrante ha venido a ocuparse de esos trabajos.

Está bien, hemos legalizado algunas actividades; pero lo menos que podemos pedirles, podemos reclamarles y podemos exigirles a los que ganan diez y veinte veces más de lo que gana un maestro, o un trabajador de un hospital, o una enfermera, y muchas veces más que lo que gana un médico o un profesor universitario, es que paguen impuestos. Creo que eso lo comprende todo el mundo, porque si no, ¿con qué vamos a pagar las escuelas donde están los pioneros, los campamentos, los gastos médicos, el desarrollo del país? ¿De dónde va a salir el dinero? ¿Nos lo van a prestar los yankis o qué? Esos mismos que no desean pagar impuestos son los primeros que disfrutan los servicios gratuitos y los productos baratos de la Revolución.

No es que el pago de impuesto resuelva lo esencial, porque la mayor parte de los recursos que el país invierte y gasta son recursos generados por el país y por la economía del país, la inmensa mayoría; pero es un problema moral elemental que quien recibe ingresos muy superiores a los demás contribuya con los impuestos que están establecidos.

Marcha eso, se ha inscrito la inmensa mayoría. Hay algunos ilegales, pero de todas formas habrá que librar una batalla, en primer lugar, con los ilegales; y, en segundo lugar, con los que no cumplen el elemental deber de las contribuciones que le deben al pueblo, que le deben a la sociedad. No es justo robarle al pueblo, no es justo robarle a la sociedad, no es justo robarles a los niños, robarles a los enfermos. Es una batalla que debe librarse, y debe librarse con la participación de todos, porque son problemas que complican la situación del país en período especial.

Es muy importante crear conciencia sobre esto, porque si no vienen las quejas: no alcanza el transporte —no, no alcanza ni aunque hubiera doble o triple; pero se hace más grave el problema—, no alcanza el agua, no alcanza la electricidad, no alcanza el combustible doméstico.

Hay otros que tienen sus ingresos también, en virtud de la propiedad de la vivienda, algunos ingresos son altos. Calcule usted que alguien cobre 600 dólares por una vivienda —hay quien se muda para el garaje o se va para la casa de un vecino—; si recibe 600 dólares, multiplíquenlos por 20. Está recibiendo 12 000 pesos. Parece que es una cifra un poquito elevada. Está en el caso de los que tienen también el deber de contribuir, en eso han estado trabajando.

Pero no son problemas muy bien comprendidos todavía, no hay una suficiente conciencia sobre todo eso, y no puede ser solo labor de policía o de policía económica, porque en el Comité de Defensa todo el mundo sabe lo que hace todo el mundo. Eso lo saben ustedes, ¿verdad? Si tiene tal casa alquilada, quién está, y hasta cuánto paga.

No se trata de revertir medidas tomadas, se trata de hacer cosas prácticas, y les hemos pedido a los compañeros del Ministerio de Finanzas y a todos los que trabajan en eso que busquen medidas prácticas, pero que la ley se cumpla.

Con lo que no se puede transigir es con el incumplimiento y la violación de las leyes. Eso le hace un daño grande al país, y el enemigo estimula todo eso y pone sus esperanzas en esas indisciplinas. Por eso no creo que el enemigo esté pensando hoy en invasiones, el enemigo está pensando en leyes Torricelli, leyes Helms-Burton, para agravar las dificultades del país, para promover el descontento, para promover el desorden en el país, y ha costado mucho esfuerzo, mucho trabajo y mucho sacrificio crear un país unido, crear un país ordenado, para que vengan estos bandidos imperialistas a explotar todas estas condiciones para dividir al pueblo, para reblandecerlo, para crear el descontento. Sobre todas estas cosas tenemos que estar muy conscientes.

No es la hora de hablar, en estos momentos, como hablábamos en el año 1962; ya explicaba la nueva circunstancia en que vivimos. Es la hora de salvar la Revolución, de salvar la patria, de salvar el socialismo, de salvar la independencia del país, y con esos valores no se juega ni se puede jugar, ni podemos permitir que se juegue (APLAUSOS), si es que queremos seguir teniendo 35 y 36, y 50 y 100 aniversarios.

Hay que formar conciencia sobre estos problemas entre todo el pueblo, hay que recabar la cooperación de todo el pueblo, al menos, para que los que están implicados en alguna u otra de estas actividades o algunos de estos errores comprendan la gravedad de la faltas que cometen con el país. Todavía el sistema impositivo no está totalmente concluido, lo están preparando, lo están organizando, y es una cosa razonable, es una cosa justa, no es cosa abusiva. Es decir que hay algunos que todavía no han violado, pero para la policía muchos de estos problemas constituyen un dolor de cabeza. Si le cuelan un individuo cualquiera —las puertas de nuestro país están abiertas, no pueden cerrarse, y enemigos tenemos bastantes, enemigos inescrupulosos—, si alguien llega y se hospeda en la casa que le dio la gana, nadie sabe dónde está.

En todas partes del mundo, todo el que tiene un hotel, hostelería, el que se alberga allí se inscribe y se sabe quién llegó, si es un mafioso, si es un terrorista, un narcotraficante, quien sea; pero expone la seguridad del país a muchos riesgos el hecho de que no haya los trámites mínimos de inscribir a la persona que se hospede allí, y que lo sepa e informe: tengo un huésped, dos, tres, los que sean. Vulnera la seguridad del país esa falta de conocimiento de quién está viviendo por todos esos lugares, sin que haya absolutamente ningún conocimiento, ningún control. Bueno, pagan tanto; corresponde tanto, y aquí está la declaración jurada. Y la declaración jurada habrá que tomarla en serio, porque el país no tiene otra alternativa que luchar contra ese tipo de indisciplina que hace mucho daño en todos los sentidos.

Veremos o —mejor dicho— verán los demás, cuando haya pasado el tiempo, cómo nos comportamos frente a este tipo de fenómeno, y cómo la lucha no es solo sembrar caña o cortar caña y cumplir las miles de tareas que tenemos, sino que este aspecto político, ideológico y moral tiene la máxima trascendencia.

Hoy los únicos aliados que puede tener el imperialismo son el lumpen —ustedes lo saben bien— y los indisciplinados sociales, y el pueblo revolucionario tiene que saber esto, tiene que conocer esto, tiene que ser consciente de esto, en la batalla político-ideológica que tenemos que librar y que es grande.

Lo más bello sería dedicar por completo la conmemoración a las hermosas canciones que hemos escuchado aquí, a dar premios, certificados, felicitaciones, besos, abrazos y flores. ¿Dónde están mis flores que no las veo por ahí? (RISAS.)

Tengo que hacer un poquito el papel de aguafiestas y abordar este tema en este momento, que considero oportuno, porque está asociado con todo lo que hemos hecho, con todo lo que queremos hacer, con la defensa de lo que hemos creado, con la formación de un pueblo nuevo y de hombres y mujeres nuevos. Tiene que ver con toda esta niñez que está presente, con los jóvenes, estudiantes, trabajadores, campesinos, obreros, intelectuales. Tiene que ver con los gloriosos defensores de nuestra tierra, junto a todo el pueblo, los defensores del orden, los defensores de la economía del país.

Por eso, si me preguntaran cuál recuerdo me gustaría conservar de este 35 aniversario, les diría que es la oportunidad de haberles hablado con toda franqueza y con toda claridad sobre estos problemas, sobre la lucha que tenemos que librar, ardua y dura, y, además, larga.

Les haría una pregunta. Si la ley Helms-Burton, Torricelli y compañía, si los políticos cínicos que hoy dirigen a ese vecino del Norte siguieran haciéndolo como hasta hoy durante muchos años y siguieran con su bloqueo y su hostilidad 50 años, ¿ustedes estarían dispuestos a rendirse? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿Ustedes estarían dispuestos a entregar la patria? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿La Revolución? (EXCLAMACIONES DE: "¡No!") ¿El socialismo? (EXCLAMACIONES DE: ¡No!") Ese no fuerte y vibrante es lo único que se puede esperar de ustedes, y es lo único que esperamos de ustedes (APLAUSOS).

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION.)