Facultad de Psicología

Acunada en el vientre patriótico de la Revolución cubana, alimentada de su ideario de emancipación y justicia social, asociada a un centro de altos estudios que se pintaba de negro, de mulato, de campesino, de obrero haciendo suyo el devenir del proceso revolucionario, nació un 10 de enero de 1962 la entonces Escuela y hoy Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana. Nacida con un doble vínculo de cubanía: nació en Cuba, y nació con Cuba.

Un poco antes, “en los inicios de 1959, el destacado psicólogo cubano Gustavo Torroella, que había terminado estudios en la Universidad de Columbia, fue llamado por Ernesto Guevara, El Che, con el objetivo de crear un grupo especializado en el ámbito de la psicología. Cada viernes, el líder revolucionario, que sentía gran simpatía por la psicología y el psicoanálisis, sostenía una reunión con ese grupo para organizar y diseñar un proyecto de asesoría al Ejército Rebelde, que en aquella época estaba necesitado de una adecuada evaluación, educación e instrucción.

En una de esas reuniones, el Che preguntó si era mejor llevar adelante entrevistas individuales o tests. Como el ejército era muy grande y el tiempo era limitado se decidió que era preferible utilizar tests. El Che escribió a Torroella una nota de presentación para el director de Cubana de Aviación y le dijo: “Ve y búscalo en el Hotel Habana Hilton; dile que te facilite un viaje a Nueva York y utiliza estos 300 dólares para que compres lo que consideres necesario”. Más tarde, ya en el hotel, el director de la aerolínea escribió en una servilleta de papel del restaurante la autorización para el pasaje que el empleado de la agencia de viajes expidió inmediatamente. Tal vez esta fue la primera petición que la Revolución de 1959 hizo a la psicología” (de la Torre, 2009).

La Comisión gestora para la creación de la Escuela de Psicología fue presidida por Alfonso Bernal del Riesgo, y la integraban Aníbal Rodríguez, Gustavo Torroella, María Teresa Sansón, y por la Escuela de medicina Diego González Martín y José Ángel Bustamante. Dos meses después del establecimiento de la nueva carrera universitaria, el 12 de marzo de 1962, en el horario de 3:00 a 7:00 de la noche comenzaron las clases.

Los inicios se asocian a los nombres de destacados especialistas de distintas disciplinas que conformaron el primer cuerpo de docentes. Junto a los miembros de la Comisión gestora, aparecen Ernesto González Puig, Armando Martínez, Noemí Pérez Valdés, Juan Guevara, René Vega Vega, Luís Arana Larrea, Dina Minster, Rolando Valdés Marín, Rafael Dujarrí Pullés. Todos han quedado inscritos en el momento fundacional de la carrera. Junto a ellos los estudiantes de las primeras graduaciones que fueron capaces de crecerse y hacer psicología antes de ser psicólogas y psicólogos, de formarse formando, de abrazar la causa del país y estar presente, como hasta hoy, en todas las acciones en las que se construye el bienestar y la felicidad de las cubanas y los cubanos.

En sus primeros años de existencia, la Escuela era un centro babeliano en el que convivían las metáforas pansexualista de Freud, la pragmática operacionalista de Watson, el experimentalismo clásico europeo de Fraisse, las teorías de la Psicología Social norteamericana de la postguerra, con un universo de los más variados test psicométricos, pruebas proyectivas, y hasta las miradas marxistas de Wallon, Seve, y muy pálidamente las de Vygotsky, Rubinstein, Luria y Leontiev.

Es decir, se leía de todo lo que en materia de Psicología estuviera a nuestro alcance. Por supuesto que leíamos el Afanasiev (Manual de Filosofía de quien fuera director del periódico “Pravda”), las Tres fuentes y tres partes integrantes del Marxismo, y no sin perplejidad nos asomábamos a palabras mayores: “El Capital”. Una malla curricular heterodoxa por sus recursos, con un cierto nivel de ortodoxia en sus fundamentos.

Luego, bajo la influencia sobre todo de la Psicología soviética, en la que se formaron los primeros doctores en Psicología de la institución y el esfuerzo por la superación académica y la construcción de un pensamiento científico más propio, se produjo el primer gran despegue que posicionó a la carrera por su malla curricular potente, heterodoxa y con un fuerte componente de formación práctica aplicada. A esto le siguió una extensión de las colaboraciones con instituciones latinoamericanas, sobre todo las que se afiliaban desde sus actores profesionales, a la búsqueda de una Psicología de vocación y compromiso social.

Nadie dude que se cometieron muchos errores, no hay que ocultar los excesos y lo defectos que produjeron impactos negativos. Pero los procesos humanos no son perfectos, sino perfectibles, y “aquel que esté libre de pecado, que lance la primera piedra”, lo que también forma parte de la impronta simbólica del edificio de San Rafael y Mazón, donde tiene su residencia desde su fundación la Escuela de Psicología, y que antes fuera el inmueble de la antigua Agrupación Católica Universitaria.

Pero siempre hubo y hay un hilo conductor, una invariante incondicional que daba abrigo a todo lo que se hacía, se hacía suceder o simplemente sucedía: era una Escuela revolucionaria, poblada de un profesorado y un alumnado revolucionario, que intentaba entender cómo se hacia psicología con la revolución, haciéndola. Era esa, y sigue siendo, nuestra ilusión constructiva: Hacer psicología haciendo el país, la patria, porque “una patria es una aspiración” (Leal, 2013: 31), amparados en la certeza de que los mejores desarrollos de las disciplinas sociales en nuestro país, y en América Latina toda, los más creativos, los que más han aportado al enriquecimiento del alma cubana (y latinoamericana), han estado inequívocamente vinculados a las luchas de los pueblos por la independencia, la autonomía, el derecho a ser quien y como somos. El derecho a la libertad.

Traducir esa misión, esas ansias, ese compromiso en una formación científica y profesionalmente sólida, ha sido el empeño sostenido del claustro profesoral de la Facultad. Las nuevas generaciones de profesoras y profesores han conformado un paradigma de formación que, no sin oportunidades de mejora, ha dado cuna y sustento a una Psicología que acompaña los procesos emancipatorios del país, que participa en las más disímiles acciones encaminadas a la construcción de prosperidad para todas y todos los cubanos, que toca las llagas para ser parte de las curas, una Psicología que dialoga con la realidad formando parte de ella, que la asume para su transformación.

¿Puede una Psicología honesta, transparente, de vocación humanista, no estar junto a los sueños y las frustraciones, las alegrías y las penas, los aciertos y los desvaríos del pueblo que la demanda y la hace suya? ¿Puede una auténtica formación en Psicología no acompañar los procesos de construcción de bienestar, prosperidad y felicidad de todas y todos los cubanos? ¿Puede no favorecer la solución de los conflictos, el limado de las asperezas en los procesos de construcción de más justicia social, de defensa de los derechos de todas y todos?

La respuesta está allí, en cómo se forman los científicos profesionales de la Psicología para nuestro país en el aledaño a la colina universitaria, hoy extendido por todos los espacios en los que la Ciencia nacida en Europa, en 1879, en un laboratorio, y de espalda a la realidad, ha sido transformada en un actor imprescindible del desarrollo humano, del desarrollo de la sociedad.

De modo que las profesoras y profesores de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, seguiremos haciendo psicología en y con Cuba. Ahora, en esta época de cambios, y en los cambios de época que se sucederán. Seguiremos haciendo psicología con quienes se levanten con nuestro ideario nacional, con quienes aboguen por la libertad plena de Cuba, por su desarrollo, por el beneficio de la prosperidad para todas y todos los cubanos.

Extendemos nuestros saberes profesionales y los ponemos al servicio del país, nos comprometemos en la misión de defender la patria para el bien de todas y todos, construir un país de justicia social, un país que no se entrega a las pretensiones hegemónicas del norte.

Seguimos abrazando y construyendo el proyecto de la Cuba que queremos y nos merecemos, que existe inequívocamente en el deseo de hacerla siempre más cubana, más de los cubanos y las cubanas. Sea la psicología nuestra forma de ser partícipes, constructores activos de nuestra patria, de nuestra nación.

De la Torre C. (2009) “Historia de la Psicología en Cuba: Cincuenta años de Psicología- cincuenta años de Revolución” Revista Psicolatina. Número 17. Agosto 2009. Disponible en: https://www.psicolatina.org/17/cuba.html
Leal, E. (2013, 5 de noviembre). Una patria es una aspiración. Palabras en la Sesión Solemne de la Asamblea Municipal del Poder Popular, por el 500 aniversario de la fundación de la Villa de San Salvador del Bayamo. Recuperado el 25 de marzo de 2017 http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/11/29/una-patria-es-unaaspiracion/