Alicia Alonso Becerra, viceministra del Ministerio de Educación Superior (MES). Foto: Cubadebate.

Quizás fue su sonrisa, o tal vez su pasión al hablar. Lo cierto es quedé impresionado por el carácter y la afabilidad de esta mujer.

Si he de confesarme: culpable me declaro. La verdad, debería acotar que “la acosé” desde el minuto mismo que la vi caminar por la sede central de la Universidad de Sancti Spíritus.

Así que esperé mi oportunidad y tan pronto estuvimos a solas le lancé una pregunta: “profe”, le dije, “los jóvenes universitarios escriben una vez más páginas de entrega y sacrificio a lo largo y ancho del país”.

Lo que sucedió a continuación no se borra de mi mente. Alicia Alonso Becerra (Ingeniera Industrial, Doctora en Ciencias Técnicas. Hasta hace poco Rectora de la Universidad Tecnológica de La Habana “José Antonio Echeverría”, CUJAE, y ahora viceministra de Educación Superior), parece brillar. Es tanta la emoción que apenas logra contenerse: “La participación de los jóvenes en esta etapa que ha vivido el país ha sido magnífica. Nuestros estudiantes han estado en la primera línea de combate, totalmente voluntarios, incluso en lugares de riesgo, de la zona roja, en los centros de aislamiento, en los hospitales, en las comunidades. Allí han atendido a los ancianos, a las personas más vulnerables; a quienes han llevado comida y medicinas”.

Es orgullo “del bueno”, del sano. Alicia no deja ya de sonreír, solo que esta vez las lágrimas se mezclan en la conversación. Prosigue:

“Además nuestros estudiantes han estado vinculados, desde la ciencia, a actividades con sus profesores y entre todos hemos contribuido al enfrentamiento contra la COVID-19. Esos mismos jóvenes han trabajado en la producción de alimentos, en los organopónicos, y se han vinculado a las tareas que en los territorios, los Consejos de Defensa han requerido”.

Quisiera dibujarte con palabras los sonidos. Pero solo escribiré que su voz se quiebra cuando dice:

“Yo me siento muy orgullosa de ser profesora universitaria y de la nueva generación de jóvenes que tenemos en el país, que sin dudas son la continuidad de la Revolución”.

También me emociono, pero trato de mantener el hilo conductor de la entrevista.

—¿Están listas las universidades cubanas para la etapa pos-COVID-19?

—Están listas. De hecho los viceministros y el ministro en persona, visitamos ahora mismo las casas de altos estudios, en un recorrido que debe concluir esta semana. Estamos evaluando e intercambiando sobre cómo cada una de las universidades han preparado su estrategia para las venideras etapas. Las universidades cubanas deben apoyar la recuperación del país. Son estrategias de recuperación económica, de fortalecimiento científico y cultural.

Alguien nos hace una seña, al parecer la Viceministra debe continuar su recorrido. Aprovecho cada segundo.

—¿Se quedará el nasobuco en las universidades cubanas?

—De que se queda se queda. Pero no dudes que también venceremos a la COVID-19 y algún día nos podremos abrazar como nos gusta a los cubanos.

Alicia Alonso Becerra da por concluida la entrevista, se levanta, pero algo la detiene. Me mira fijo a los ojos. Ahora soy yo quien tiembla, pienso que quizás la molesté de alguna forma. Me examino: llevo nasobuco, respeté las normas éticas del periodismo, no entiendo la severidad en su mirada hasta que habla.

“La formación de un estudiante universitario debe ser integral. Los profesores no instruimos, los profesores educamos. Participar en tareas concretas, que aporten a la sociedad, que aporten a la economía del país es una forma acelerada de formarlos con una convicción humanista, solidaria. Mira todo lo que se ha vivido con los alumnos de medicina, con los médicos. El ejemplo que irradian estos profesionales, que están en la primera línea de combate, es el mejor trabajo político ideológico que podemos hacer con nuestros educandos”.

La veo alejarse y coincido plenamente con ella. El futuro de la Revolución cubana está seguro y descansa en siete letras: Jóvenes.