La formación ciudadana: reto permanente del sistema educativo en Cuba

Las diversas aristas que comprende la formación ciudadana permiten apreciar la gran responsabilidad asumida por la Educación en Cuba, a fin de transmitir ese universo de conocimientos necesarios para la vida.

Pero cuando nos adentramos en el concepto, a la familia y la sociedad se les asigna un rol esencial, pues a través de tal sistema de valores los niños, adolescentes y jóvenes, incluso los adultos, reciben nociones  sobre las formas de comportarse, de relacionarse con los demás  y asumir actitudes ante la vida.

Quienes hemos transitado por los diferentes niveles de enseñanza y hoy vemos el esfuerzo de miles de profesores y maestros diariamente en las aulas y otras dependencias del sector para socializar esos modos de actuación, sabemos que en no pocos casos –pues no quiero ser absoluto–, la escuela y las personas que rodean a los más jóvenes no andan el mismo camino.

Y me refiero, fundamentalmente, a la cuota que les corresponde a los familiares más cercanos y a la comunidad en la formación ciudadana que se promueve desde las instituciones educativas.

Cuando hablamos de educación o formación ciudadana, los valores, los principios y las costumbres tienen un peso importante en todo lo que se haga. Que esas enseñanzas no caigan en saco roto depende, sin lugar a dudas, de los padres, abuelos, tíos y quienes rodeen a los más chicos.

De nada vale que el centro educacional inculque desde las primeras edades el hábito de estudiar, los buenos modales, los saludos, palabras como permiso y gracias,  a la hora de relacionarse con los demás, o la ayuda a personas mayores cuando estas lo necesitan, entre otros valores, si cuando llegan a la casa o al barrio no se les exige la realización de las tareas, trabajos independientes, el cuidado de los libros, o ven en los mayores formas de actuar ajenas a esos patrones que la escuela trabaja.

Por eso coincido en que el sistema de enseñanza requiere del acompañamiento de la familia en la formación de sus hijos. De ahí la utilidad de que a los niños se les expliquen las  normas de convivencia, y la escuela ayude a reforzar los elementos  de la educación moral y ética por medio de los programas de estudio y otras acciones que persiguen tales fines.

Se pudieran citar muchos ejemplos de los desafíos que enfrenta hoy la familia cubana en cuanto a la formación de valores para la vida y el comportamiento de sus retoños, sin embargo, es válido subrayar también los núcleos donde están bien arraigadas las buenas costumbres y las actualizan según la contemporaneidad, para bien de quienes empiezan a vivir.

Entonces, la segunda casa se perfecciona y ajusta sus estrategias acorde con las exigencias de una sociedad en constante transformación y donde abundan las influencias externas. Es por ello que el Tercer Perfeccionamiento de la Educación le presta especial atención a los contenidos  vinculados a la educación moral y ciudadana, y abarca todos los  niveles de enseñanza, desde la primera infancia hasta el Preuniversitario y la Educación Técnica y Profesional.

Todas las asignaturas persiguen de alguna manera la formación de una conciencia revolucionaria  y la reafirmación de nuestra identidad  nacional y patriótica, indispensable para saber quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Asimismo, tocan aristas de salud, género y  sexualidad, medio ambiente,  educación laboral, orientación  vocacional y formación profesional, y en el caso de Secundaria Básica tratan asuntos  políticos y  jurídicos de nuestra sociedad, y otros  de carácter educativo, como la convivencia  y la armonía desde la familia, y el cuidado de los adultos mayores.

Por su parte, en el Preuniversitario se insiste en la cultura política, ideología de la Revolución cubana y la construcción del Socialismo en la Isla, temas encaminados a la preparación para la vida ciudadana de los alumnos.

Las materias se basan en la ideología de la Revolución cubana, los fundamentos del Marxismo,  el pensamiento progresista, universal  y latinoamericano, que merece tratamiento desde los niveles medios, ya que necesitan saber cómo esas tradiciones y formas de pensar dieron origen y hoy indican caminos para construir una sociedad mejor.

Lo anterior impone retos superiores a los maestros, como baluartes de la formación integral de las nuevas generaciones de cubanos.  Esto quiere decir que la preparación debe ser premisa diaria para las direcciones a los distintos niveles y las administraciones. Los profesionales del Magisterio están llamados a la búsqueda incesante de información y actualizarse de lo que acontece en nuestra sociedad.

Si de educación ciudadana tratamos, sus contenidos están en los libros de Historia, en documentos legales, en la Constitución, en las fuentes  del pensamiento revolucionario, en la  prensa y la sociedad. Por tanto, y con una base sólida que se funde en el ambiente familiar, la escuela cubana asume nuevos propósitos que dan fe de su compromiso con la formación de seres humanos íntegros y revolucionarios.