Día de la Ciencia cubana

La Habana, 15 ene (ACN) El Día de la Ciencia Cubana quedó instituido en 1990, tres décadas después de que el Comandante en Jefe Fidel Castro esbozara las bases de la política de formación humana y desarrollo profesional-científico del país, con resultados reveladores sobre todo por sus aportes contra la pandemia del nuevo coronavirus.

Uno de los casos más recientes de repercusión científica para contener el virus SARS CoV-2 que provoca la COVID-19, es un diagnosticador para la extracción magnética con nanotecnología del ácido ribonucleico (ARN), una molécula similar a la de ADN.

La Doctora en ciencia Angelina Díaz García, directora del Centro de Estudios Avanzados, ofreció detalles sobre el particular en un nuevo encuentro con representantes de la comunidad científica, con la presencia de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba.

Explicó que se trata de un reactivo de laboratorio que posibilita la extracción del material genético y su utilización es básica en el proceso de determinación de las pruebas de PCR, siglas en inglés de Reacción en Cadena de la Polimerasa, una prueba de diagnóstico para detectar el fragmento del material genético de un patógeno.

Pero también puede ser empleado en cualquier enfermedad de origen viral, bacteriano y las crónicas no transmisibles, incluido el cáncer, por lo que es una contribución más de la ciencia cubana en esta batalla oceánica de virtudes legítimas por salvar vidas.

Un resumen del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) mencionó el Interferón ALFA 2B recombinante humano para el tratamiento de la enfermedad desde la aparición en marzo pasado.

También modelos matemáticos diseñados por la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, en colaboración con otras instituciones, para predecir su comportamiento.

Más de 20 medicamentos cubanos forman parte en la actualidad de los protocolos para su tratamiento y prevención.

El Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN) se dedicó a la fabricación de los principales fármacos de la industria biotecnológica y del primer Medio de Transporte para Virus (BTV) obtenido en el país, destinado a la recolección y traslado de las muestras clínicas nasofaríngeas y orofaríngeas de pacientes.

Sus colegas del Centro de Inmunoensayo se consagraron a la elaboración de nuevos diagnosticadores, los de varios colectivos a la creación del primer prototipo de ventilador pulmonar cubano para la respiración asistida y otros a los ensayos clínicos con células madre para tratar las secuelas pulmonares en pacientes que padecieron el mal.

Una acogida favorable experimentó la comunidad científica nacional sobre la decisión del Panel de Inter Academias (IAP por sus siglas en inglés) de seleccionar a un grupo de profesionales cubanos de alto nivel para integrar a sus asesores internacionales acerca del nuevo coronavirus.

Ya comenzaron los ensayos clínicos del primer candidato vacunal para la COVID-19, bajo el nombre de SOBERANA 1, concebido por científicos del Instituto Finlay de Vacunas, y del segundo denominado Soberana 2.

Investigadores del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) presentaron otros dos candidatos vacunales nombrados Mambisa y Abdala, para su administración por vía nasal e intramuscular.

Tanta ciencia acumulada que explora los recodos menos pensados parte del establecimiento en la década del 70 del primer Sistema Nacional de Salud Único e Integral en la historia de país y del continente americano, aunque quedó preparado el camino para continuar su perfeccionamiento y desarrollo, de acuerdo con expertos del MINSAP.

Pero sus antecedentes más cercanos en el tiempo datan de la impronta y previsión del joven abogado Fidel Castro Ruz en su célebre alegato La Historia me absolverá por los asaltos en 1953 a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Entonces citó al Héroe Nacional José Martí (1853-1895) en el sentido de que el pueblo más feliz es el que tenga más educado a sus hijos en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre.

En consecuencia con ese pensamiento, el 15 de enero de 1960, a solo unos meses de haber triunfado la Revolución y cuando aún no había comenzado la Campaña de Alfabetización, el Comandante en Jefe Fidel Castro avizoró que la Patria contaría con brillantes hombres y mujeres que acumularían conocimientos para emplearlos en beneficio del pueblo.

Aquella inquietante clarinada ocurrió en un discurso que pronunció en el acto por el XX Aniversario de la Sociedad Espeleológica de Cuba, en el paraninfo de la antigua Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, sucesora de la actual.

Sin bases prácticamente inexistentes en la etapa prerrevolucionaria, comenzó a surgir y a expandirse la red de instituciones de investigación científica hasta llegar en 2018-2019 a 137 centros especializados, 22 de servicios científicos y tecnológicos, y 63 unidades de desarrollo e innovación, donde laboraban cerca de 90 mil personas.

Tanta vocación humanista nacional e internacional del máximo líder de la Revolución Cubana, condujo a la institución del Día de la Ciencia Cubana el 15 de enero de 1990, tres décadas después de que esbozara las bases de la política de formación humana y desarrollo profesional-científico del país, que hoy exhibe alcances sorprendentes a pesar de los inútiles golpes bajos de Trump y su camarilla.