Niiña accediendo a un tablet

Uno de los cambios generados por el nuevo coronavirus es el aumento del uso de las nuevas tecnologías, en especial de los teléfonos celulares y el Internet. Estos medios nos ofrecen disímiles oportunidades para facilitar nuestro quehacer diario, pero también conllevan riesgos.

Mucho se ha hablado sobre los peligros de las nuevas tecnologías. Sin supervisión, los niños pueden acceder a páginas inadecuadas para su edad; pueden darse casos de grooming, en los que un adulto trata de engañar a un menor para ganarse su confianza y obtener fotos o videos con contenido sexual; puede crearse adicción a las redes sociales; etc.

Todas las funcionalidades de Internet (navegación por las páginas web, acceso a correos electrónicos, mensajería instantánea, chats, foros, entornos para el ocio...) pueden ser riesgosas en cierta medida, pero esto no es tan diferente al mundo físico. En nuestras interacciones diarias también pueden darse casos de engaños y se puede compartir información falsa o inadecuada.

Hoy, más que nunca, las personas están conectadas a Internet de forma activa y pueden ser víctimas de alguno de sus peligros, del mismo modo en que obtienen sus beneficios. Reciben y comparten información sobre la pandemia, lo usan como alternativa para mantener el vínculo social luego de las medidas de aislamiento, lo emplean como herramientas de apoyo al teletrabajo, además de que ahora existe la posibilidad online de consultar y pagar servicios nacionales.

Es cierto que el uso de las nuevas tecnologías supone riesgos, pero el Internet, las laptop y los teléfonos celulares también son un instrumento útil para enfrentar el coronavirus. La tecnología no es negativa o positiva, sino que depende del uso que se le dé. Por eso, continuemos beneficiándonos de ella, pero usémosla con prudencia.