Tecnología

La tecnología ha sido clave en la evolución de la sociedad desde la revolución industrial desatada en la segunda mitad del siglo XVII.

Como ejemplos irrefutables tenemos la máquina de vapor de James Watt,  el primer foco de Thomas Édison, el automóvil construido por Karl Benz hasta la actualidad con la invención de las nuevas tecnologías de la información que ha revolucionado el mundo de la comunicación.

Sin embargo, en los últimos años y a pesar del salto que ha significado la invención de las nuevas tecnologías en el desarrollo de la humanidad, hay quienes consideran que existe un retroceso al pasar de manera acelerada de una revolución tecnológica a vivir bajo los efectos de una adicción tecnológica.  

Para entender este complejo fenómeno podemos hacernos una pregunta: ¿Todos los dispositivos tecnológicos que irrumpen en el mercado equivalen a un verdadero progreso en la calidad de vida de las personas?

La respuesta es bien sencilla, el progreso que repercute en una mejoría en la calidad de vida debería incidir favorablemente en el desarrollo económico y social de un país.

Es desacertado llamar progreso al consumismo y a la invención de necesidades que engordan las cuentas de unos pocos y aumentan el sufrimiento de muchos.

El verdadero progreso es el que se enfoca en el hombre y no en las grandes transnacionales que imponen las nuevas formas de pensamiento.

“... Nos Habían prometido que trabajarían para nosotros (refiriéndose a las máquinas, a la tecnología).  Ahora nosotros trabajamos para ellas”, decía brillantemente, Galeano.

Y es tan real que espanta. La cultura contemporánea exacerba el consumo y muchísimas personas en este mundo están convencidos que alcanzan respeto y admiración si compran el último modelo de iphone.  

Expertos en el tema, afirman que el único control para frenar el impulso de comprar tecnología y convertirse en adictos está en la cabeza de cada uno de nosotros. Por desgracia la mayoría acepta pasivamente las presiones subliminales del marketing y de la gran industria publicitaria.

La adicción en los niños y jóvenes

Muchos niños y jóvenes están dedicando demasiadas horas a su laptop, teléfono o tablet, con internet o sin internet. Y esto ha preocupado incluso a magnates de la tecnología (Steve Jobs y Bill Gates), quienes se convirtieron en multimillonarios por robotizar a la gente, pero fueron estrictos en casa ante el uso de la tecnología en sus hijos.

En Estados Unidos, el país del consumismo, desde el 2017 se debate El libro titulado 'Screen Schooled: dos profesores veteranos exponen cómo el uso excesivo de la tecnología hace que nuestros niños sean más tontos' ('Screen Schooled: Two Veteran Teachers Expose How Technology Overuse Is Making Our Kids Dumber'), que recoge a partir de investigaciones y pruebas psicológicas cómo ha evolucionado este tema con el paso de los años y las repercusiones en la sociedad norteamericana.

Según los autores, Joe Clement y Matt Miles, la adicción a la tecnología mata la creatividad y limita las relaciones sociales, algo que afecta sobre todo a niños y jóvenes que no tienen la suficiente madurez para enfrentar estas situaciones.

Los investigadores no piden que se elimine por completo el uso de la tecnología en la educación, pero sí que haya una regulación. No se trata de apartarlos, sino de evitar sus efectos nocivos.

En ambos casos aceptan que se trata de herramientas extremadamente útiles para el desarrollo de los estudiantes, pero que no debe ser usada como entretenimiento.

Lo cierto es que no son pocos los estudios realizados y el denominador común es siempre el mismo: Casi el 30 por ciento de los jóvenes entre los 12 y los 17 años sienten algún grado de ansiedad si no saben lo que ocurre en internet o si se encuentran desconectados, además de presentar trastorno del sueño y de la conducta interpersonal, agresividad y depresión.

En este sentido Francia ha sido radical al prohibir el uso de dispositivos móviles en la enseñanza pre escolar, primaria y secundaria, respaldada por ley desde 2010 y ratificada en 2018.

¿Todos deberían adoptar las medidas de Francia?

Quizás la clave no esté en prohibir sino en mediar su uso, para que la tecnología nos ayude en el propósito formativo del desarrollo integral y no se convierta en un obstáculo del mismo.